Carmen Lampaya nos facilita este artículo que abre los ojos críticos ante tratados comerciales que, si terminan de establecerse, pueden problematizar nuestra vida ordinaria.
En el último año se ha conseguido dar mucha luz al
TTIP (el tratado de comercio e inversiones entre la UE y EEUU), pero, aunque
cada vez está cogiendo más protagonismo, aún hay mucha gente que desconoce el
Acuerdo Económico y Comercial Global negociado entre Canadá y UE, el denominado
CETA por sus siglas en inglés, otro tratado de los que se vienen
trabajando en los últimos años y a los que la Comisión Europea llama de “nueva
generación”.
¿Qué es el CETA?
El CETA es también denominado como ‘el TTIP
canadiense’ o ‘el caballo de Troya del TTIP’,
y, aunque es parecido,
esta denominación no es del todo exacta, ya que el CETA no es como el TTIP,
es aún peor. A diferencia de su ‘hermano estadounidense’ el acuerdo entre
Canadá y la UE se concluyó en 2014 y de él sí se puede decir que la
transparencia ha estado totalmente ausente en el proceso, ya que ni el
Parlamento Europeo ni la sociedad civil han tenido acceso a documentos durante
las rondas de negociaciones. Esto ha hecho que el tratado se acerque más a la
lista de deseos de las multinacionales que a los intereses de la población en
general.
Se trata de un tratado de comercio e inversiones que,
al igual que el TTIP, busca la bajada tanto de los aranceles aduaneros como de
los estándares europeos. Esto quiere decir que muchas cuestiones logradas
durante décadas en Europa a base de mucho esfuerzo están en peligro.
Los servicios públicos y nuestra democracia en peligro
Los servicios públicos han entrado a formar parte de
una negociación comercial de una forma como hasta ahora nunca se había hecho.
Entre las cosas más preocupantes que traería este acuerdo si se firmase, son
las cláusulas llamadas Standstill (punto muerto) y Trinquete. La cláusula
Standstill consiste en una ‘lista de negativa’ que los estados tienen que
facilitar para que excluir aquellos servicios que no quieren que sean
privatizados, el resto, presentes y futuros, podrían privatizarse y abrirse a
competencia de empresas extranjeras, ya sean canadiense o estadounidenses a
través de sus filiales en el país vecino. La otra cláusula, Trinquete, recoge
que aquellos servicios privatizados no deben volver a ser rescatados de vuelta
a la gestión pública por los gobiernos a diferentes niveles (ya sean
locales,regionales o estatales), a no ser que se pueda hacer frente a un alto
coste en materia de indemnización, algo que dificulta que alguno de nuestros
ayuntamientos pueda remunicipalizar la gestión del agua, por ejemplo.
La cuestión del párrafo anterior ya merma nuestra
democracia, pero hay más. Al igual que el TTIP, el CETA también recoge sistemas
de arbitraje como el ISDS, ahora llamado ICS, dificultando la capacidad de
legislar de los estados elegidos por los diferentes pueblos de Europa. Aunque,
según la Comisión, la nueva propuesta realizada con el ICS mejora la del ISDS, no es más que un ligero maquillaje. Este sistema de
arbitraje sigue otorgando mayores derechos a las empresas extranjeras, en
detrimento de nuestras empresas, y no previene que demanden a los estados. Sobre este aspecto se ha mostrado muy crítica la asociación de Jueces por la
Democracia:
"Representa una usurpación de las funciones
judiciales estatales, caracterizadas por su independencia e imparcialidad, para
adjudicarlas a un organismo vinculado a las grandes corporaciones económicas y
a los gobiernos más importantes del mundo"
¿En qué aspectos de tu vida diaria de
afecta?
El CETA nos afecta de manera transversal a muchos
aspectos de nuestro día a día. Como cité antes, este tratado también busca la
bajada de estándares europeos, y esto pasa por eliminar ‘barreras no
arancelarias’, las cuales no son otra cosa que derechos de protección tanto
para la población en general como para nuestras pequeñas y medianas empresas.
Una de las cuestiones que puede verse más
afectada es, una vez más, la referente a materia laboral. El derecho de
sindicación y la negociación colectiva no vienen fuertemente recogidos en
ningún capítulo del tratado, así lo denuncian conjuntamente el movimiento sindical
canadiense y europeo. Teniendo en cuenta que Canadá no ha ratificado todos los convenios de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) es algo que nos puede parecer ‘lógico’,
pero sí nos debe sorprender la excesiva cesión que ha realizado la Comisión en
la defensa de sus trabajadores y que nos debe hacer preguntarnos qué cesiones
llevará a cabo en el TTIP.
En un momento en el que nuestra agricultura y
ganadería sufre por operar a bajos precios, el CETA permitiría la entrada de
130.000 toneladas de carne de vacuno y en las que será difícil asegurar que
estén libre de hormonas de crecimiento.Canadá es el tercer productor de
transgénicos del mundo y lleva demandando a través de la OMC a la UE en
búsqueda de una regulación más suave sobre transgénicos que hoy día no se
permiten en el mercado europeo, con el CETA ve la puerta abierta. Además de
suavizar la política europea sobre transgénicos ,creando así precedentes, hace
que nuestro principio de precaución se vea debilitado en futuras negociaciones
con EEUU en el TTIP y también afecta a la gran inversión realizada en nuestro
país a un sector con futuro como es la agricultura ecológica y que
ya en el presente aporta beneficios. Esta cuestión hace que nuestra economía
local y de productos de calidad encuentre dificultades ante productos de bajo
precio y menor calidad.
El cambio climático es algo que debe
tomarse en serio
En la cumbre climática del año pasado en París, se acordó
reducir la temperatura global muy por debajo de los 2ºC. Esto es algo que no
debe tomarse a broma, incluso con 1,5ºC ya desaparecerían islas en las que vive
gente que tiene su familia, su hogar, su trabajo… como tú y como yo y que ven
como la subida del nivel de los océanos derivada del cambio climático puede
hacerles perder todo. Ya hoy, el clima es el primer motivo de refugiados,
superando al motivo bélico. Con este acuerdo no solo subirían las emisiones de
CO2 derivadas de un crecimiento productivo, sino que se aumenta el peligro en
nuestros océanos por un mayor tráfico marítimo.
Sin embargo, a los lobbies industriales no parece
importarles demasiado el cambio climático, ya que buscan cortar el espacio
regulador de los estados utilizando los mecanismos del ISDS (o ICS).
Concretamente, la compañía TransCanada ha demandado a EEUU a través del
sistema de arbitraje del NAFTA ( el acuerdo comercial entre Canadá,EEUU y
México), pidiéndole 15 mil millones de dólares en materia de indemnización por
el bloqueo de Obama al oleoducto Keystone XL como compromiso adoptado por el
clima. Otros ejemplos son el de la peticiones de indemnización a Canadá de Lone
Pine por moratoria de fracking y de Mesa Power contra por llevarse a cabo los
planes de Energía y Economía Verde de Ontario. ¿Nos parecen normales estas
situaciones?, pues la cosa no acaba ahí. Conocemos estos casos por las cifras
millonarias y por la mediatización, pero lo que no se ve es el número de
legislaciones bloqueadas por el miedo de los gobiernos a ser demandados, un
aspecto que hiere nuestra democracia en la sombra.
Un comercio que tenga en cuenta a las
personas y el planeta
El comercio no es algo negativo, ha beneficiado a
diferentes países y sus poblaciones. Lo contraproducente llega cuando se
establece como fin su desarrollo infinito en las políticas de los países y más
si están condicionados por lobbies empresariales. El comercio es un medio para
llegar a otra cosa más importante, el bienestar de las personas; y para que
esto se produzca necesitamos respetar el medio para conseguirlo, nuestro
planeta.
Por ello la alternativa a un comercio
depredador se encuentra en un comercio más justo, más cercano, más ecológico y
que tenga en cuenta a todas las partes implicadas.
¿Qué es el CETA?
El CETA es también denominado como ‘el TTIP
canadiense’ o ‘el caballo de Troya del TTIP’, y, aunque es parecido,
esta denominación no es del todo exacta, ya que el CETA no es como el TTIP,
es aún peor. A diferencia de su ‘hermano estadounidense’ el acuerdo entre
Canadá y la UE se concluyó en 2014 y de él sí se puede decir que la
transparencia ha estado totalmente ausente en el proceso, ya que ni el
Parlamento Europeo ni la sociedad civil han tenido acceso a documentos durante
las rondas de negociaciones. Esto ha hecho que el tratado se acerque más a la
lista de deseos de las multinacionales que a los intereses de la población en
general.
Se trata de un tratado de comercio e inversiones que,
al igual que el TTIP, busca la bajada tanto de los aranceles aduaneros como de
los estándares europeos. Esto quiere decir que muchas cuestiones logradas
durante décadas en Europa a base de mucho esfuerzo están en peligro.
Los servicios públicos y nuestra democracia en peligro
Los servicios públicos han entrado a formar parte de
una negociación comercial de una forma como hasta ahora nunca se había hecho.
Entre las cosas más preocupantes que traería este acuerdo si se firmase, son
las cláusulas llamadas Standstill (punto muerto) y Trinquete. La cláusula
Standstill consiste en una ‘lista de negativa’ que los estados tienen que
facilitar para que excluir aquellos servicios que no quieren que sean
privatizados, el resto, presentes y futuros, podrían privatizarse y abrirse a
competencia de empresas extranjeras, ya sean canadiense o estadounidenses a
través de sus filiales en el país vecino. La otra cláusula, Trinquete, recoge
que aquellos servicios privatizados no deben volver a ser rescatados de vuelta
a la gestión pública por los gobiernos a diferentes niveles (ya sean
locales,regionales o estatales), a no ser que se pueda hacer frente a un alto
coste en materia de indemnización, algo que dificulta que alguno de nuestros
ayuntamientos pueda remunicipalizar la gestión del agua, por ejemplo.
La cuestión del párrafo anterior ya merma nuestra
democracia, pero hay más. Al igual que el TTIP, el CETA también recoge sistemas
de arbitraje como el ISDS, ahora llamado ICS, dificultando la capacidad de
legislar de los estados elegidos por los diferentes pueblos de Europa. Aunque,
según la Comisión, la nueva propuesta realizada con el ICS mejora la del ISDS, no es más que un ligero maquillaje. Este sistema de
arbitraje sigue otorgando mayores derechos a las empresas extranjeras, en
detrimento de nuestras empresas, y no previene que demanden a los estados. Sobre este aspecto se ha mostrado muy crítica la asociación de Jueces por la
Democracia:
"Representa una usurpación de las funciones
judiciales estatales, caracterizadas por su independencia e imparcialidad, para
adjudicarlas a un organismo vinculado a las grandes corporaciones económicas y
a los gobiernos más importantes del mundo"
¿En qué aspectos de tu vida diaria de
afecta?
El CETA nos afecta de manera transversal a muchos
aspectos de nuestro día a día. Como cité antes, este tratado también busca la
bajada de estándares europeos, y esto pasa por eliminar ‘barreras no
arancelarias’, las cuales no son otra cosa que derechos de protección tanto
para la población en general como para nuestras pequeñas y medianas empresas.
Una de las cuestiones que puede verse más
afectada es, una vez más, la referente a materia laboral. El derecho de
sindicación y la negociación colectiva no vienen fuertemente recogidos en
ningún capítulo del tratado, así lo denuncian conjuntamente el movimiento sindical
canadiense y europeo. Teniendo en cuenta que Canadá no ha ratificado todos los convenios de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) es algo que nos puede parecer ‘lógico’,
pero sí nos debe sorprender la excesiva cesión que ha realizado la Comisión en
la defensa de sus trabajadores y que nos debe hacer preguntarnos qué cesiones
llevará a cabo en el TTIP.
En un momento en el que nuestra agricultura y
ganadería sufre por operar a bajos precios, el CETA permitiría la entrada de
130.000 toneladas de carne de vacuno y en las que será difícil asegurar que
estén libre de hormonas de crecimiento.Canadá es el tercer productor de
transgénicos del mundo y lleva demandando a través de la OMC a la UE en
búsqueda de una regulación más suave sobre transgénicos que hoy día no se
permiten en el mercado europeo, con el CETA ve la puerta abierta. Además de
suavizar la política europea sobre transgénicos ,creando así precedentes, hace
que nuestro principio de precaución se vea debilitado en futuras negociaciones
con EEUU en el TTIP y también afecta a la gran inversión realizada en nuestro
país a un sector con futuro como es la agricultura ecológica y que
ya en el presente aporta beneficios. Esta cuestión hace que nuestra economía
local y de productos de calidad encuentre dificultades ante productos de bajo
precio y menor calidad.
El cambio climático es algo que debe
tomarse en serio
En la cumbre climática del año pasado en París, se acordó
reducir la temperatura global muy por debajo de los 2ºC. Esto es algo que no
debe tomarse a broma, incluso con 1,5ºC ya desaparecerían islas en las que vive
gente que tiene su familia, su hogar, su trabajo… como tú y como yo y que ven
como la subida del nivel de los océanos derivada del cambio climático puede
hacerles perder todo. Ya hoy, el clima es el primer motivo de refugiados,
superando al motivo bélico. Con este acuerdo no solo subirían las emisiones de
CO2 derivadas de un crecimiento productivo, sino que se aumenta el peligro en
nuestros océanos por un mayor tráfico marítimo.
Sin embargo, a los lobbies industriales no parece
importarles demasiado el cambio climático, ya que buscan cortar el espacio
regulador de los estados utilizando los mecanismos del ISDS (o ICS).
Concretamente, la compañía TransCanada ha demandado a EEUU a través del
sistema de arbitraje del NAFTA ( el acuerdo comercial entre Canadá,EEUU y
México), pidiéndole 15 mil millones de dólares en materia de indemnización por
el bloqueo de Obama al oleoducto Keystone XL como compromiso adoptado por el
clima. Otros ejemplos son el de la peticiones de indemnización a Canadá de Lone
Pine por moratoria de fracking y de Mesa Power contra por llevarse a cabo los
planes de Energía y Economía Verde de Ontario. ¿Nos parecen normales estas
situaciones?, pues la cosa no acaba ahí. Conocemos estos casos por las cifras
millonarias y por la mediatización, pero lo que no se ve es el número de
legislaciones bloqueadas por el miedo de los gobiernos a ser demandados, un
aspecto que hiere nuestra democracia en la sombra.
Un comercio que tenga en cuenta a las
personas y el planeta
El comercio no es algo negativo, ha beneficiado a
diferentes países y sus poblaciones. Lo contraproducente llega cuando se
establece como fin su desarrollo infinito en las políticas de los países y más
si están condicionados por lobbies empresariales. El comercio es un medio para
llegar a otra cosa más importante, el bienestar de las personas; y para que
esto se produzca necesitamos respetar el medio para conseguirlo, nuestro
planeta.
Por ello la alternativa a un comercio
depredador se encuentra en un comercio más justo, más cercano, más ecológico y
que tenga en cuenta a todas las partes implicadas.
Por Alejandro Aguilar @aagusan
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