viernes, 21 de diciembre de 2018

Feliz Navidad 2018




La toquilla de mi madre.                     Mercedes López Herrera

Estos días en los que el frío aparece en las horas tempranas, o ya tardías, enredada en los aconteceres diarios, en varias ocasiones noté cómo me faltaba el calor en el cuerpo y una sensación de malestar que me avisaba. Pero no se me había ocurrido nunca coger la toquilla de no ser porque, al volver a casa desde el hospital, por un trasplante de cadera a Jesús, mi marido, en la ambulancia que no era nada hermética, llegó tiritando de frio, fui derecha a buscar algo que le hiciera entrar en calor rápidamente y sin pensarlo busqué la toquilla de lana de mi madre, y efectivamente ¡surtió el efecto deseado!

Desde ese día 30 de noviembre, forma parte del conjunto del salón, sobre un sillón disponible para quien la necesite. Y yo la uso todos los días en ese ratito de descanso reparador para continuar.
Se ha convertido en una metáfora porque a través de la toquilla siento el abrazo de mi madre, el calor reconfortante de la lana, y casi llego a oírla a mi lado.
La toquilla me sugiere el abrazo de ella, y desde esa experiencia voy al también experimentado por mí “abrazo de D*s” que me invita a sentir el amor sereno y apacible, al descanso, al soñar, y a lograr con su ayuda que reponga fuerzas para seguir caminando, sosteniéndome para no caer en la desesperanza, porque éste duro desierto de la vida diaria, éstas absurdas fronteras, este retorcido dolor y sufrimientos provocados inhumanamente están presentes y no es por casualidad como sabemos.
Os deseo que tengáis una toquilla o similar para estos días y los siguientes, pues ser cristiana es responder hasta el final, amorosamente, con el calor humano que tan hermosamente me ha traído el recuerdo de la toquilla de mi madre.
                                                                                                                                     Feliz Navidad 2018

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