Cuando tú dices
Dios, yo me huelo otra cosa.
Martín Valmaseda
VAMOS A VER...
VAMOS A VER SI NOS ACLARAMOS:
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Es que desde hace unos cuantos años aquí no hay quien se entienda.
¡Que se lo digo yo,
compañero! Que en otro tiempo todo estaba dividido más claramente:
Buenos y malos, creyentes y ateos, católicos y protestantes,
americanos y rusos, los que iban a misa y los que no iban a misa.
Todo estaba atado y
bien atado (con perdón), clasificado y bien clasificado.
Pero hoy me parece
que todo está liado y bien liado.
Y de este lío no se
libra ni dios.
¿He dicho dios?..
Pero fíjese compañero que lo he dicho con letra pequeña, con minúsculas,
o sea, nombre común. Porque bajo ese nombre de cuatro letras, nosotros,
metemos las ideas más raras.
A mí me dice uno:
“Yo creo en dios”; y yo que conozco a ese que lo dice pienso por lo bajo: ¿En
qué dios creerá ese colega?, porque por el modo como se explica ese dios no es
DIOS.
Otro día me dice
otro: “Yo soy ateo”; y me dan ganas de decirle: “Yo también debo
de ser ateo compañero: en ese dios en quien tú no crees, yo tampoco creo”.
Ya lo dice un obispo, que ni parece obispo ni nada:
¡mira que irse por ahí un obispo en mangas de camisa, viviendo en una choza
entre los indios (otra vez los indios)...
Vuelvo a lo que iba: que ese
obispo dice que “donde tú dices dios, yo digo libertad, justicia y amor” y donde
yo digo dios, ¡cualquiera sabe lo que tú dices!
Todo liado y bien liado. Ni con Dios se aclara uno.
De
eso la culpa la tienen los curas, que tampoco parecen curas ni nada, sin
etiqueta ni marca de fábrica visible...
Antes
los curas te decían lo que tenías que hacer y lo que era pecado y lo que no. No
les hacía uno ni caso: pero luego se confesaba uno y ¡hala!
Antes
te hacían aprenderte cómo era Dios, como si lo hubieran visto.
Hoy se tienen un lío entre
ellos... ¡Que se pongan primero de acuerdo! y que nos digan lo que tenemos
que hacer y lo que tenemos que creer. Así podremos desobedecerles
mejor y hacer lo que nos dé la gana. Luego se confiesa uno...
Total que ante todo este lío
que se traen —y nos traemos— a un servidor se le había ocurrido intentar
desatar el lío con ese método de los americanos que se lo montan de lo más
práctico, escribiendo libros por el estilo de...:
“Cómo
conseguir amigos en ocho lecciones”.
“Cómo
invadir Nicaragua con veinte mentiras”.
Y
cosas así.
A un
servidor se le había ocurrido titular este folleto:
“Cómo
deshacer el lío sobre Dios, soltando cinco nudos”.
Pero
¿qué quiere que le diga?, me da vergüenza ponerlo así, tan publicitario, como
si yo tuviera a Dios en el bolsillo.
Por
eso, un servidor se ha sentado a pensar en voz alta y se le ha ocurrido
proponer cuáles son algunos nudos que tienen eso de Dios tan liado.
PRIMER NUDO:
La fe verdadera —como usted
dice— no es la moderna, sino la antigua...
COMPAÑERO, ¡que se lo digo yo!,
que en este país somos muy «modelnos» de boquilla... Todos decimos que somos
progresistas hasta que nos tocan el trigémino.
El personal dice que está harto
de que andemos atrasados, pero cuando las cosas van a modernizarse de verdad,
de verdad..., al personal le entra un canguelo terrible y dice que lo de antes
estaba mejor.
Hay la mar de gente que tiró por
la borda su religión de infancia y todo lo que tenía que ver con ella. Pero ahí
les tiene usted hoy, compañero, consultando los horóscopos, yendo a reuniones
espiritistas o adorando al último gurú que le paró por la calle.
Mucha gente se quejaba: La
Iglesia está anticuada, los curas no están al día..., esa religión que nos enseñan
no sirve en el mundo de hoy...
Bueno, bueno, vale..., vamos a
cambiar.
Y llega aquel viejito de sotana
blanca —Juan XXIII— y monta el cirio del Concilio (el concirio le
llamarán algunos). Se empiezan a desmontar viejos tinglados y a acordarse de
que la palabra griega «Evangelio» se traduce por «buena nueva», aunque a
algunos les parezca «mala vieja».
Pero, mire por donde, compañero,
que los que antes se quejaban de que la Iglesia estaba anticuada ahora se
empiezan a quejar, cuando no hemos hecho más que empezar, de que nos estamos
pasando con estas novedades.
¿Quiere que le cuente un cuento?
Don Facundo había montado un
barcito de bebidas junto a una capilla casi en ruinas. «Qué vieja está esa
capilla» —decía don Facundo—. Además no tenía ni valor artístico y le quitaba
público..., y consiguió que el Municipio la declarase en ruinas.
Pero, cuando los albañiles
empezaron el derribo, se dio cuenta don Facundo de que su barcito estaba
totalmente apoyado en la vieja capilla y que también su tinglado se le venía
abajo. «¡Esperen, esperen! decía don Facundo a los obreros—, no echen la iglesia
que es un sacrilegio».
¿Le gusta el cuento
compañero?... Pues eso: que muchos tienen apoyada su vida, sus pequeños egoísmos,
sus negocios..., en las viejas costumbres, en la vieja religión, en mitos y
supersticiones. Luego presumen de «progres» y quieren que les quiten o les cambien
esa vieja religión..., pero, cuando se la quitan, ellos se quedan, con perdón,
en calzoncillos y quieren que lo vuelvan a montar como antes. Pero ya es tarde.
En vez de cuento ¿quiere,
compañero, que le ponga un ejemplo?: Un señor despotrica contra Dios, la Iglesia,
los curas y sus alrededores. El señor tiene una casa de comidas muy santa donde
dice: se «celebran» bautizos, comuniones y bodas. Imagínese que un día
las parroquias de los alrededores deciden desmontar todo ese asunto de primeras
comuniones y bautizos de niños pequeños. ¿Se imagina la que montaría el dueño
del piadoso restaurante? Iría con un rosario y una pistola a la parroquia a
exigir los sagrados derechos de los niños a ser bautizados y su sagrado derecho
de que no le hundan el negocio.
Bueno, pues mucha gente tiene
apoyado su negocio en la vieja religión. Le puedo hacer una lista de los que se
verían afectados si la Iglesia cambia el sistema.
Los fabricantes de hábitos
religiosos de diversos tipos.
Los vendedores de imágenes,
medallas y otros objetos sacros.
Los arquitectos de templos
suntuosos.
Los escaparates de disfraces de
primera comunión.
Los novios que se casan en la
iglesia por las flores, y la música, por lo que dirá su mamá o porque sí.
Los padres y madres que llevan a
su hijo a una comunión que ellos no «practican».
Los organizadores de
peregri-turismos.
Todos éstos, y otros que no
recuerdo ahora, tienen apoyado su barcito, su interés económico, o de otro
tipo, en los muros de una vieja capilla y si un día —fiel al Concilio y al
Evangelio— la Iglesia decide derribarla... ¡La que se va a armar!... Ahí
tendrán ustedes un ejército de almas piadosas y de almas ateas, de
conservadores, de liberales, de carcas y de progres protestando porque la
Iglesia deja de ser lo que ellos quieren que sea.
Pues yo lo siento, compañero,
pero yo soy muy clásico, muy chapado a la antigua y me voy a lo más antiguo
del cristianismo, es decir, a Cristo. Lo que dijo e hizo Cristo es lo que me
vale.
Luego encima de lo de Cristo, en
veinte siglos se han montado muchas cosas. Unas están de acuerdo con lo de él y
me valen. Otras cosas no: En veinte siglos se ha acumulado mucha basura.
Por eso no hay cosa que más me
moleste, compañero, que venga alguien y me diga: «Es que ustedes están
cambiando la religión».
¿Qué religión?, ¿la de su
padre?, ¿la de su abuelo?, ¿la de su pueblo?...
Pero ¡oiga!, que su padre, su
abuelo y su pueblo, son ya muy modernos y mi fe se apoya en la palabra de
Cristo, que por cierto, a pesar de ser tan antiguo, es mucho más moderno que
todos nosotros juntos. Pero eso ya es otro nudo.
SEGUNDO NUDO:
El Dios que nos anunció Jesucristo es un liante
Yo le diría compañero, para
empezar, que hay dos clases de dioses..., se les podría llamar: 1. dioses opio,
2. Dios el liante, el inquietante, el agitador...
El problema de que mucha gente
no se entienda al hablar sobre religión, puede ser ése..., unos hablan del dios
n° 1 y otros del n° 2. Unos creen en el 1 y otros en el 2, otros no creen en
ninguno..., y están en su derecho, pero —lo peor— es que muchos hacen una
ensalada con los dos tipos de dios.
El dios opio, es el dios que
tranquiliza y aparta de la realidad.
Es opio, morfina, anfetamina,
por lo menos optalidón. A ese dios habría que darlo con receta.
Ese dios lo que pide son novenas
para conseguir la gracia que se desea, pide una serie de oraciones rezadas
como un robot, pide «cumplir» unas reglas, pide llevar al niño a bautizar
cuando no se entera, llevarle a hacer «la comunión» cuando casi no se entera,
enterrar al abuelo con cura cuando, evidentemente, no se entera y casarse por
la Iglesia evidentemente en estado semiinconsciente.
El dios opio pide resignación ante
las injusticias, pide que los ricos sigan siendo ricos para que puedan hacer
limosnas y los pobres sigan siendo pobres porque si no ¿a quién iban a dar
limosna los ricos? (y palabra que no me lo invento, eso se ha predicado).
Y el Dios n° 2... cuidado con
él. Es un Dios peligroso. Es Dios que se rebela contra el faraón, contra el
patrón explotador, contra el dictador, contra el matón.
Es Dios que anima a los médicos
a que luchen contra el cáncer, la epidemia, la «colza» y los culpables de
ella; que anima a los campesinos a que luchen contra la sequía, las plagas, y
los acaparadores de la cosecha.
El Dios agitador es un Dios que
excita todas las posibilidades de quererse más y exige que se creen las
condiciones para poder quererse; porque, claro, si usted compañero le está
pisando el cuello al vecino, no le pida encima que le estreche la mano en misa.
El Dios agitador es así
antirracista, antiesclavista, antibelicista, antidictatorial..., porque no
solamente creó al hombre, sino que quiere que el hombre se siga recreando y no
se quede como un mono colgado de cualquier rama o cable.
Este Dios no cree en el hombre
individualista, aislado, sino en el que se organiza, se asocia a cualquier
gente.
Bueno, pues ése es el Dios que
Jesús nos anunció.
Usted me podrá decir que del
Evangelio se pueden interpretar muchas cosas... Le digo compañero que no: que
se podrán discutir algunos puntos, pero lo de Dios amigo, Padre, liberador,
partidario de los pobres... eso no se puede discutir. Bueno... sí se puede,
pero léase el Evangelio entero y —si no es que agarra alguna frase por los
pelos— verá qué Dios nos presenta Jesús.
Hay dioses para todos los
gustos: dioses con los que puede uno evadirse y hacer sus negocios sin remordimiento
de conciencia, dioses para dormirse en el templo o para tragarse mentiras,
dioses para robar, para poder estafar tranquilamente, para poder aumentar el
número de gente sin trabajo, para invadir Centroamérica en nombre de dios o
para matar en su nombre africanos o indios (otra vez los indios).
Si lo que usted busca,
compañero, es un dios de esos, del número 1, comprenda que usted y yo no
nos podremos poner nunca de acuerdo porque estaremos hablando de cosas
distintas.
Yo creo en Dios como me lo cuenta Jesús.
TERCER NUDO
Jesús de Nazaret cometió el
error de hablar demasiado pronto...
Claro, ¡a quién se le ocurre!..,
hablar en tiempo de los apóstoles cuando los hombres eran unos bárbaros...,
hablar en plena edad antigua, entre una gente tan inculta, con costumbres tan
crueles, con esclavitudes y guerras y los romanos dominando todo lo que podían
y los sacerdotes del templo acaparando la religión...
En todo ese ambiente aparece ese
tal Jesús predicando el amor a los enemigos y los derechos de los más humildes
y el poner en común los bienes y la vida... No es extraño que le pasase lo que
le pasó.
La gente le seguía mientras les
daba de comer y les curaba, pero en cuanto empezaba a hablar se iban quedando
de piedra: ¿Qué dice éste? ¿Nos está
tomando el pelo?... Muy dura es esa doctrina, ¿quién la puede aguantar?...
Y unos le dejaron solo y otros
fueron a por él.
Sólo hubo un grupito, que a
trancas y barrancas, escondiéndose unas veces, siguiéndole otras, haciéndole
preguntas y metiendo la pata, fueron aceptando lo que decía. Lo raro es que
quedase alguno.
Lo raro es que cuando los que
más se picaron con las palabras de Jesús, lo quitaron de en medio..., que
después apareciese otra vez el grupito dispuesto a dar la vida por la enseñanza
de Jesús, convencidos de que él seguía allí en medio de ellos.
Un grupito.
Luego, ya se sabe, el grupito
fue predicando lo de Jesús, pero con el mismo error: demasiado pronto. Y
también el personal empezó a decir que estaban locos, o que eran
revolucionarios (y lo eran).
Se me ocurre que los apóstoles
podían haber hecho algo más inteligente: Haber escrito la «buena novedad», o
sea el Evangelio de Jesús.
Haberlo escrito en unos
pergaminos y haberlo guardado en un cofre. Sobre el cofre haber escrito:
«Ábrase este depósito cuando los hombres no sean tan bestias». Y, bien cerrado,
haberlo escondido en una cueva o en algún monumento de piedra. Luego ellos, los
apóstoles, podrían haberse vuelto a sus pescas y a sus negocios sin
complicarse más la vida. Siglos después, cuando la humanidad estuviese más preparada
para encajar el mensaje de Jesús, se abría el cofre...
— ¡Ah!, y entonces hoy en
cualquier museo: en Jerusalén o en el Museo Británico o en los archivos del
Pentágono..., estaría guardado el documento sin abrirse todavía...
Claro. Y todos tan tranquilos, y
así no habríamos hecho de la «Buena Novedad» de Jesús lo que hemos hecho.
Porque ¡mire, compañero, que hemos hecho mangas y capirotes de lo que decía
Jesús!
La de personas que han muerto o
han sido puestas en ridículo por intentar vivir la Palabra de Jesús...
Y la de opresores que han
oprimido y asesinos que han asesinado diciendo que lo hacían en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, amén.
Si Jesucristo hubiera esperado a
predicar lo suyo unos años más... o unos siglos.., o unos milenios... ¿no
habría sido más prudente?
Pero, pensándolo bien, ¡qué
caramba! Hizo bien en nacer y en decir lo que dijo. ¿Que no le hacemos caso? Es
nuestro problema. ¿Que se deforma lo que él dice y cada uno lo
interpreta como le conviene?: Pues que no seamos caraduras y busquemos
sinceramente su mensaje. ¿Que encima de su palabra se ha montado un enorme
tinglado?, pues a desmontarlo.
Se
imagina usted, compañero, si Cristo hubiera nacido en nuestro siglo, ¿cómo
se hubieran puesto de nerviosos los mismos que hoy disimulan sus palabras?
Para decírselo de modo culto.., hubieran andado como señoras de vida
casquivana por trigal recién segado.
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Si en el siglo XX hubiera
aparecido Cristo... imagínese: Los teletipos de muchos periódicos deformando
las noticias y las palabras de Jesús. Los defensores de los grandes capitales
acusándole de loco y revolucionario. Los líderes políticos diciendo que
aquello no era más que utopías y sueños, o que lo que Jesús decía de bueno ya
lo decía antes el programa de su partido; y la policía de muchos países
siguiéndole la pista, poniéndole escuchas en su casa y denunciándole a los
tribunales. Y los tribunales...: siempre hay algún país donde no se ha abolido
la pena de muerte. Jesús de Nazaret, de Wisconsin, de Saigón, de Cuenca (de donde
hubiera nacido) a la cámara de gas, al paredón o la horca. Es que también en
nuestro siglo hubiera nacido demasiado pronto. Pero el hecho es que ha nacido,
que ha hablado, que lo mataron y que hoy sigue vivo; así que... ¡qué le vamos a
hacer compañero!, o aceptamos su mensaje, o no nos llamamos cristianos.
Pero no falsifique la Palabra de
Jesús... ya basta con que falsifiquen el coñac francés o el aceite español.
CUARTO NUDO:
No se asuste de que los que nos
decimos cristianos seamos tan burros todavía...
Muchos se preguntan, ¿por qué el
Evangelio no ha conseguido cambiar la humanidad? ¿Por qué el personal es tan
salvaje aún? ¿Por qué la inquisición quemando herejes en nombre de dios (aposta
lo pongo con letras pequeñas, porque no creo en ese dios). ¿Por qué en pleno
siglo XX hay un señor que yo conozco mandando fabricar misiles e invadir países
«para salvar la civilización occidental y cristiana!...?, ¿por qué tantas
estafas «cristianas», tantos enriquecimientos «cristianos», tantos odios «cristianos»...?
Yo —compañero—— ya no me escandalizo de eso ni me hace perder mi pequeñita fe.
Déjeme
que se lo explique con una raya
Érase
una vez [ _______________ ] ¿Será una vez? ¿ve? En una punta está
el «Mono»: los sabios le dirán el prehomínido... producto de una evolución de
miles y miles de años. Desde que el mundo comenzó a ser, las especies fueron
evolucionando hasta que, ¡zas!, apareció el hombre (lo de ¡zas! es un decir,
pero aquí no vamos a discutir cuestiones científicas, hay por ahí libros de
divulgación). Total que hace más de quinientos mil años apareció el hombre. Es
una punta de la raya: el pasado.
En el otro extremo, que es el futuro. ¿qué ponemos?... Un hombre
nuevo, un hombre tan avanzado, tan avanzado.., que podríamos llamarle el «Hombre
Comunitario». Una humanidad que ha superado las guerras, los odios, las
pendejadas, las envidias, las zancadillas, los machismos, las peleas, las
oposiciones, las desigualdades, las mentiras, los cuentos chinos (de
fabricación nacional), las falsificaciones, las desconfianzas, las hipocresías,
los desprecios, los desplantes, los desmanes, las coimas, las corrupciones, los
despilfarros, los desconsuelos, los destacamentos, los déspotas y las
destrucciones.
- ¿Que eso será aburrido? Esa
nueva humanidad tendrá tiempo de sobra para amarse, quererse y hacerse feliz
en todas sus modalidades.
- ¿Que eso es imposible?.., ¿que
nunca llegará?
Eso mismo dijo una vez un mono
cuando otro mono le dijo:
«Ya verás cómo algún día
llegaremos a pensar y a inventar lavadoras automáticas».
Bueno. Fíjese en esa raya y en
sus dos extremos y pregúntese: nosotros, los hombres de hoy, ¿en qué punto de
la raya nos encontramos’?.., ¿a medio camino?.., ¿,a dos pasos de conseguir el
objetivo?, o casi recién salidos de la horda de monos?...
Algunos pesimistas dirán que
vamos marcha atrás y que volvemos a la ley de la selva. Que lo digan. Lo cierto
es que el camino hacia ese «hombre nuevo», «humanidad sin fronteras»,
«comunidad universal», «utopía» (palabra que quiere decir que eso no pasa en
ningún sitio)..., todos comprendemos que es un camino largo..., ¡larguísimo!
Como yo tengo fe, como creo en
ese Dios inquietante y revolucionario, creo que en la historia de todos esos
siglos —desde tiempos del mono, para entendernos—, han aparecido muchos
hombres iluminados por Dios que se han adelantado a su época, que han nacido
«demasiado pronto» y han intentado «tirar palante» con la humanidad... A
muchos de ellos la humanidad los ha eliminado, por eso: por «profetas». Especialmente
«en los últimos tiempos» Dios ha enviado a Jesús y, ya sabe compañero, lo que
hemos hecho con él.
Jesús, «el – hombre – que -
habló – demasiado - pronto», juntó una panda de locos que anunciasen un mundo
nuevo, el mundo del futuro, el mundo de los hijos de Dios...
Pero mantener esa marcha hacia
el «mundo que tiene que ser» es muy dura y enseguida se nos despierta dentro
el mono del pasado.
La panda de locos que Jesús
juntó se organizo en Iglesia.
La Iglesia de Jesús, como está
formada por descendientes del mono —y encima con el pecado original—, no acaba
de encajar el mensaje del jefe y al menor descuido volvemos a andarnos por las
ramas, a pegarnos con el garrote, a quemarnos vivos y a tenerle gustirrinín al
dinero, al lujo, a los tronos y al “usté no sabe con quién está
hablando”: cosas más propias del hombre de Cromañón que del maravilloso futuro
ese en el que al levantar la vista veremos una tierra en la que no ponga
«prohibido el paso, propiedad privada».
Con el tiempo, en la Iglesia de
Jesús se ha ido montando lo que los técnicos llaman superestructura, tinglado,
andamiaje..., y al mismo tiempo ha habido en ella divisiones, guerras, y luego
más tinglado y más superestructura.
La Iglesia está eclesiastizada,
¿quién la deseclesiastizará...?, el desesclesiastizador que la
desesclesiastizare... ¡Viva su madre! No es lo mismo ser paternal que paternalista,
ser entusiasta que ser fanático. Tampoco es igual ser de la Iglesia que estar
eclesiastizado.
A veces me dice algún amigo: ¿Y
tú... viendo lo que pasa en la Iglesia: lo de tal grupo o de tal cura o tal
jerarquía... cómo sigues en ella?
Pues, compañero, porque en
cualquier organización, partido o similar que no sea la Iglesia, pasa lo mismo
y peor. En todas partes cuecen habas.
Además porque veo que, a pesar
de todo, en la Iglesia hay hombres y mujeres que no se han olvidado del Jefe
ni de lo que dijo, y sigo en la Iglesia porque, a pesar de todo, a «mi» Dios,
al n° 2
del que hablamos antes, sólo le puedo buscar en grupo.
Los que nos decimos cristianos,
ya seamos seglares, curas, carpinteros, empleadas de hogar, monjas, directoras
de colegio, obispos, pintores, taxistas, papas, vendedores ambulantes,
ermitaños, futbolistas, campesinos, equilibristas, etc., todos formamos la
Iglesia caminante (a veces la Iglesia en marcha atrás), pero al final seguimos
adelante, hacia el Reino de Dios (el del n° 2): el mundo nuevo.., que se va
haciendo poco a poco, tan poco a poco que, ¡cuernos!, uno pierde la paciencia.
QUINTO NUDO:
Si usted quiere que la Iglesia le deje en
paz...»
|
Usted es de los que le gustan
las cosas claras. ¿Qué pasaría si en este país cada cual eligiera francamente
el dios o el no-dios que quisiera?...
— ¿Que uno no cree en ningún dios o se declara agnóstico? (que es algo
así como «no sabe-no contesta»); pues muy bien, tan amigos y nos tomamos
juntos unas copas.
— ¿Que otro cree en el dios n°
1: el que saca de complicaciones y sirve como morfina y tranquilizante? Pues
encantado, mucho gusto, y todos tan amigos.
— ¿Que otro cree en una mezcla
extraña del uno y del dos...? ¿Que cree en un dios, que es totalmente
individual, para el cual no hacen falta ni curas, ni Iglesia, ni misas, ni
reuniones, ni comunidad... Un dios que es de él sólo y nadie tiene que meterse
en su conciencia? Pues también muy bien.
— ¿Que otro cree en ese Dios, n°
2, el mismo en quien yo creo: el Dios que nos explicó Jesús el de Nazaret?...
Pues ¡a sacar consecuencias colega! Porque entre los líos en que nos mete el
susodicho Dios está el de exigir a los creyentes que nos juntemos en grupo, en
comunidad, en panda, en colectivo, en asociación, en asamblea, en Iglesia, en
reunión, en equipo...
Sí, ya sé que los grupos,
asambleas, Iglesias, etc., están llenos de gente que huele mal, que no sabe hablar,
que es pesada, que algunos a ustedes le caen gordos... ya sé.
Pero ¿qué quiere que le diga? Si
yo no creo en un dios individualista que está en las nubes, tengo que jugar con
las cartas que me dan y con los compañeros de juego que me tocan.
Si a usted le convence el Dios
de Jesús, búsquese una comunidad, un grupo, una Iglesia, una panda, un lo que
sea, donde juntos intenten pensar, poner en práctica el Evangelio y también sus
fiestas y celebraciones.
Lo
que no me parece tan honesto es que usted no crea en nada, o tenga su dios
individual y no quiera saber nada de curas ni iglesias..., pero que luego
aparezca de vez en cuando a decir: «Que yo quiero un bautizo para el nene... o
una boda por la Iglesia... o...».
Si
usted quiere que la Iglesia le deje en paz, deje en paz usted a la Iglesia.
Es
que eso de la Iglesia funcionaria se está acabando. Y entre todos tenemos que
ayudar a que se termine. Para oficinas están las intendencias y los juzgados.
Le
aseguro, compañero, que eso de ver la Iglesia como una agencia de servicios o
un local de ceremonias es el nudo más gordo que nos impide aclararnos sobre el
lío de Dios.
Pero
me estoy pasando de rollo y no me caben más cosas en este folleto.
¿Seguimos
caminando juntos hacia adelante, compañero...?
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