jueves, 9 de noviembre de 2017

Más allá de lo de Cataluña



DANDO VUELTAS A LO MISMO DEL FINDE

La verdad es que le he dedicado, algo obsesivo, demasiado tiempo a las noticias del conflicto de Cataluña. Mi impresión general en lo de Cataluña es que no hay caso. Quiero decir que objetivamente, levantando la vista a la realidad mundial, es un capricho al compararlo con problemas y causas de desgarro humano,
de desigualdad, con emigraciones masivas, trato vejatorio a tantas mujeres en la paz y sobre todo en las guerras, con la pobreza y el hambre, el azote del paro, etc. Uno tiene el desliz de darle demasiada importancia al conflicto catalán, cuando por delante se pone la pancarta reivindicativa con palabras sagradas como derechos y libertades.
Pero, si me ha ocupado tanto tiempo de atención a estas noticias, reportajes y tertulias televisivas, no cabe duda de que he seguido, en el fondo, otra línea de investigación: las conductas humanas ante los hechos de esta reivindicación independentista. He de reconocer que mi atención selectiva se ha centrado sobre el comportamiento de tantos jóvenes. He curioseado con sorpresa en los frágiles mecanismos del pensamiento humano.
Hace unos años publiqué, desde mi experiencia de orientador en centros educativos, un libro de diagnóstico psicosocial que titulé ¿Qué les pasa a los adolescentes estudiantes? Hoy me pregunto confuso ¿Qué les pasa hoy a multitud de jóvenes entre los 18 y los 35?
Nunca se da un hongo solo y en cualquier tierra. Necesita un medio propicio y unas condiciones atmosféricas que sean generadoras y además brotará en multitud.
Lo que mis últimas observaciones confirman, especialmente en el privilegiado observatorio de los comportamientos sociales en el conflicto independentista de Cataluña, centrándome en la juventud, es la fuerte regresión a la individuación subjetiva de un sector social joven ante la normatividad, y que está generando un nuevo poder social hoy. La norma es lo que esa masa de jóvenes siente subjetivamente en ese momento, y como si de una asamblea se tratara, se ven así más seguros llamándole democracia. Sólo necesitaba una causa con virtualidad emocional, en este caso, el nacionalismo.
¿Es un hecho aislado sólo en el nacionalismo catalán?
Me temo que no. Responde a un rasgo general en bastantes sujetos de esa generación de tal autosuficiencia como para hacerse notar cuando topan con normas de juego social.
No es rebeldía juvenil ante los mayores y ante el poder, como pudo ser en la generación alrededor del 68.  Es más sistemática y consciente, paradójicamente, ante el sistema social que le niega ciertos derechos y libertades. Y no sólo anticapitalista. Es la autosuficiencia de sentirse con poder subjetivo para legislar su propia vida sin límites sociales. Es un individualismo hecho norma.
Y como decía arriba, para que nazcan hongos se necesita condiciones ambientales. Hemos de reconocer que, en las últimas décadas, la base formativa ejercida en familias y en instituciones educativas huyó del viejo autoritarismo y nadie sabía cual era el punto equilibrado. Por inercia se cayó, huyendo, en una generalizada falta de normatización.
Una vieja corriente que ha recogido en sus brazos a esta generación así criada ha sido el acratismo cultural, que son trazos gruesos del anarquismo, y que en Cataluña, además, tiene solera. La democracia, que puede ser representativa o/y asamblearia, tiene, de entrada, preferencia masiva por la segunda modalidad para esta generación joven, a pesar de que es complicada y puede volverse de hecho en su contra por la dictadura de líderes.
Cuando en escenarios como el nacionalismo independentista catalán se ha masificado un grito y unos símbolos de individualidad, muchas personas, sobre todo estos jóvenes responden emocionalmente como a una sola voz.
No me asusta no comprender a la juventud a mi edad, lo que me preocupa es que pueda ser tan generalizada tanta inconsciencia.
Quizá escriba este artículo, además, desde los planteamientos meditados en el silencio de dos días en el pasado “finde” en Hornachuelos con el tema Espiritualidad y Política. Y cada vez veo más verdad y equilibrio cuando la política va acompañada de espiritualidad. Porque nuestro caminar es hacia la consciencia. Hoy hago una  llamada a la juventud actual que sin duda, no sólo es la más preparada, sino además la más consciente, para que, en su silencio interior, busquen el equilibrio que da la espiritualidad, es decir, comprenderse más allá del propio yo y más profundamente que las emociones superficiales.  
En una reseña del reciente libro de Yuval Noah Harari, “Homo Deus. Breve historia del mañana”, se pronostica un escenario futuro en el que el ser humano acometerá tareas y afrontará consecuencias radicalmente nuevas. La única esperanza, aunque tenue, proviene de que nunca como hasta ahora hemos sido tan conscientes de lo que hacemos y quizás eso nos obligue de verdad a definir y a escoger qué mundo queremos.
Jesús


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