miércoles, 30 de octubre de 2019

Finde sobre la Violencia en las relaciones 7


UNA NUEVA ESPIRITUALIDAD PARA LA NO-VIOLENCIA EN LAS RELACIONES CON LA NATURALEZA Y LA HUMANIDAD
José Mª Vigil.
Resumen de Mercedes y Jesús

Que estamos caminando hacia una «catástrofe climática» es, en el contexto de la actual crisis ecológica y humana, la opinión más avalada científicamente.  Ya nadie lo duda: el cambio climático ha comenzado, y con paso firme. Por otra parte, el tema elegido para este encuentro de finde nace de la impresión compartida de que cada vez percibimos más violencia y enfriamiento distante en las relaciones humanas.
Es urgente posibilitar y recrear en nosotros un nuevo sentir, una nueva sensibilidad, empatía, inspiración, espiritualidad, religiosidad, sentido de lo sacro... que derivando de una nueva visión a la altura del momento grave que vivimos, nos reconcilie con este planeta con el que de hecho estamos en guerra, y logre hacernos vivir consecuente y felizmente como lo que somos. 

Necesitamos también una nueva espiritualidad, acorde con esta nueva visión.  Antes, una mirada a la historia: veamos nuestro giro espiritual dado con la revolución agraria. 
Hoy día, no podemos ignorar los datos que nos ofrecen la historia y la arqueología. Sabemos que se ha dado un cambio en ella. Nos hemos llevado muy bien con el planeta. Pero luego hemos experimentado cambios profundos: ha sido hace varios miles de años.
Estos cambios han facilitado la base para una violencia entre la naturaleza y la humanidad y han repercutido también en una formación viciada de nuestra espiritualidad, que se puede sintetizar así: 
 - Se pasa a establecer una separación entre naturaleza y divinidad. Es una escisión de la realidad en dos mundos, dos pisos. Un dualismo que escinde la realidad y escinde nuestro espíritu. 
 - Por una parte, Dios queda separado de la naturaleza. Como tal, es exterior a la naturaleza y al cosmos. Su lugar está en el cielo, en la sobrenaturalidad meta-física. 
 - Concomitantemente, la naturaleza pasa a ser considerada como como realidad profana, no divina, mera «creación» (fabricación) de Dios. Se da pues una desdivinización de la naturaleza.
 - El ser humano queda así alienado: pone su mirada fuera de sí y de su mundo natural, reubica su centro de gravedad en un «Dios externo», en el «mundo de Dios» (el otro mundo, el segundo piso), y pasa a considerarse extranjero en tierra extraña, «ciudadano del cielo» y desprendido de esta tierra, «peregrino» en camino hacia el «otro mundo» del más allá de la muerte. 
Esta nueva arquitectura neolítica del mundo espiritual es todavía hoy, el patrón espiritual más básico y habitual en el subconsciente religioso occidental y oriental. Es decir, la espiritualidad también está sometida a la dependencia de cómo «imaginamos» el mundo, nuestra cosmovisión, y según esos significados, nuestra vida –y nuestro contexto– van a recibir unos influjos u otros.
Algunos de estos nuevos giros, urgentes, podríamos presentarlos esquematizadamente así:
 - Tomar conciencia de que el teísmo tradicional es simplemente un modelo de comprensión, que la humanidad ha tenido ya, en el decurso de su historia, varios modelos, y que es legítimo y necesario hacer un discernimiento sobre ellos. 
 - Relativizar el carácter personal-humano de Dios (el antropomorfismo), considerado de hecho imprescindible en nuestra relación con el Misterio, tanto en la visión oficial como en la popular del cristianismo. Abrir los ojos espirituales del pueblo sencillo haciéndolo capaz de encontrar a la Divinidad («a Dios») sin considerarlo de hecho un ser antropomórfico.
 - Considerar el pan-en-teísmo. La mejor tradición teológica ha hablado también de un pan-en-teísmo (todo-en-Dios: “en El vivimos, nos movemos y existimos”). Relocalizar a Dios en la realidad, en la única realidad, en la naturaleza cósmica. Captar la dimensión/presencia divina en lo cósmico y natural, la sacralidad de lo profano. La vieja polémica teísmo/ateísmo queda obsoleta, superada.
 - Abrirnos cada vez más al posteísmo en la forma de pan-en-teísmo espiritual, de reverencia de la sacralidad del Misterio presente en la realidad cósmica y total. Opuesta al panteismo (todo es Dios) y, en nuestra hora actual, distinto también a ese panteísmo difuso, que parece brotar de una divinidad difusa. Pues si se niega el contacto relacional, desaparece toda posibilidad de auténtica fe y confianza en Dios.
¿No son demasiados verbos antropomórficos los que aplicamos a ese Dios? En rigor, decir que Dios es «personal» es un antropomorfismo..., pues es más que personal, suprapersonal, tal vez transpersonal... Y podemos imaginárnoslo como personal si nos sirve, pero sabiendo que eso sólo es una facilitación.
-En el ensayo “Un camino hacia el Oeste”, Teilhard confronta su visión de la espiritualidad oriental con el cristianismo. Observa que en los sistemas místicos o metafísicos que pertenecen a la corriente oriental, alguna idea del mal siempre se asocia con el origen. Entonces es necesario escapar del mundo, alejarse de él. Pero Teilhard repite con pasión que para el cristiano son dos acciones esenciales y complementarias: Encontrar a Dios en y a través del mundo. Quienes intentan seguir este modelo de religiosidad han conseguido superar el dualismo entre lo religioso y lo laico. Este es el futuro y el camino que inicia el modelo de cosmovisión teilhardiana. Es la opción por la Unidad, por la teoría del Todo, a cuya teoría aspira todo sistema científico y filosófico.  A nadie se le oculta que una ciencia abierta y una nueva religiosidad trabajan por ello para suavizar la dicotomía cultural de miradas cortas, e históricamente violentas. Este es nuestro movimiento teilhardiano.
   ... Dios no puede ser Señor, porque sólo se puede ser Señor en una realidad e la structurada desde la dominación. Teilhard creía que un cambio exigido por la cultura actual era que Dios dejase de ser el «propietario neolítico del mundo». El dios-Señor es una proyección de la edad agraria-autoritaria.
 - La perspectiva feminista descubre en el teísmo la proyección de los afanes masculinos de poder... (Ivone Gebara).
- Redescubrir la presencia y la identidad del Misterio (lo divino, la Divinidad) en la realidad cósmica y natural. Reconocer/percibir la sacralidad de la naturaleza. Reencontrar a Dios (también) en la naturaleza –igual que el cristianismo nos ha hecho tan sensibles a la presencia de Dios en el ser humano–. 
- En este sentido, es urgente que las religiones vuelvan su mirada al estado actual de las ciencias, que surgen hoy como nueva «revelación», manifestación de los signos de la presencia del Misterio, que los hombres y mujeres de hoy rastrean con mayor sintonía y lenguaje.
La situación actual de nuestro planeta es insostenible, y tremendamente amenazadora y violenta. La distancia mantenida cada vez más entre los humanos da pie a denominar “ley del hielo” a ciertas actitudes de violencia hoy.
Posiblemente estamos acercándonos al desastre y el final de este siglo tal vez vaya a ser testigo del colapso de nuestra civilización y de la disminución drástica de nuestra especie.   Ésta puede ser la ocasión de que surja una nueva especie y menos violenta con el planeta.
Como hemos querido mostrar, la solución del problema más grave que tiene la Humanidad ahora mismo pasa principalmente por la urgencia de adoptar «una nueva visión y una nueva espiritualidad». Está en juego la supervivencia de la Humanidad y el porvenir de la Vida en este planeta. 
Una de las conclusiones del sínodo Amazonia, que finaliza estos días dice: “Denunciar todas las formas de violencia y agresión contra la autonomía y los derechos de los pueblos indígenas, su identidad, sus territorios y sus formas de vida.”

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