viernes, 17 de enero de 2020

Comunicado de asistentes al finde invierno 2020


La violencia en mi vida.
Esperanza Morales
Hospedería Las Jerónimas, Constantina, 11  y 12 de enero del 2020.

Reflexiones acerca de la violencia en mi vida, tras la lectura de los textos que nos ha proporcionado la comisión preparatoria de este retiro.
Esto me lleva a la vivencia lejana de una violencia estructural, cuando yo tenía 10 años y nos fuimos a vivir al Poblado de San Fermín,  uno de los suburbios de una gran ciudad como es Madrid, desde un pequeño pueblo, Los Pozuelos de Calatrava en la provincia de Ciudad Real.
Pasamos de un entorno rural  de agricultura primitiva, la fuerza para el trabajo la proporcionaba las personas y los animales, de una vida de autoabastecimiento y trueque y con unas relaciones  sólidas de pertenencia a la familia y al lugar que habitas, conocías tu entorno y eso te daba armonía y seguridad.
Mi padre, con 38 años, salió del  pueblo en busca de trabajo a  Madrid  y tras un mes de buscar y subsistir como pudo, comenzó a trabajar de peón albañil en la obra, el cambio para él fue el paso de ser un buen agricultor, este trabajo venía ya de sus ancestros a iniciarse en otro trabajo desconocido en un entorno diferente y con unas relaciones igualmente diferente, no fue menor el cambio sufrido por mi madre, en la ciudad ella, ya no hacía el pan,  la matanza , las conservas caseras, ni lavaba la ropa en el lavadero con las mujeres del pueblo, no cocinaba con leña ni tenía cerca a su familia, estaba sola y aislada en un entorno desconocido y hostil. Recuerdo una frase que  ella decía con pena  y desconcierto al principio de llegar a Madrid a mi padre  ¿Antonio donde hemos venido?
Vivimos durante el primer año de estancia en Madrid en una habitación, que nos alquiló otra familia de mi pueblo que ya había conseguido un piso de La Obra Sindical del Hogar.
Yo era pequeña y lo vivía todo con interés por lo nuevo,  empapándome de una nueva realidad y con una inocencia inteligente, pero sí recuerdo la tristeza de mi madre en esa época del inicio de una vida a la que se vieron forzados al cambio  del campo a la ciudad buscando subsistir.
Y siguiendo con ese tipo de violencia estructural en mi infancia donde viví  la violencia de la pobreza  que nos lanzo fuera de nuestro entorno rural a otro tipo de violencia. La violencia política  de mi juventud.   Con  20 años, y ya en la universidad, milito en un partido comunista, por la defensa de la libertad, vivíamos bajo el régimen fascista del general Franco. Con su potente aparato represor y su ensañamiento con toda persona amante de la libertad y de la ciencia, vivo unos años de intensa militancia, era un tiempo oscuro para los jóvenes en aquella época y puse mi vida al servicio de la lucha antifascista como prioridad, con el miedo  siempre presente a ser detenida y  pasar años en la cárcel, era tan fácil ser acusada de propaganda ilegal, o detenida en una manifestación… me costó suspensos en mi carrera, por haber presidido una asamblea en la facultad …  Tengo  que agradecer a mi formación comunista y su militancia en mi juventud que mi vida ya fue marcada desde entonces y hasta ahora a mis 68 años por la máxima comunista de “a cada uno según sus necesidades, de cada uno según sus capacidades” Y volviendo al tema de la violencia que nos ocupa, viví una injusta violencia política por muchos años.
Aún hoy día persiste esa violencia estructural, física y de muerte lo vivo cuando me desplazo como cooperante a Guatemala, es la violencia extrema que mata a las personas y que queda impune, eso te deja anonadada sin palabras, y allí se vive la muerte violenta, como cosa de la cotidianidad…  mi amigo Felicito, maestro, un hombre bueno, baleado en su casa, mientras dormía….  Su delito, ser buena persona.
Ahora voy a pasar a comentar de otro tipo de violencia mas propia de nuestro entorno de país occidental. Es una violencia sutil, mas invisible, pero que parece que lo impregna todo, como un caleidoscopio que va formando figurar de violencia  a lo largo del movimiento de la cotidianidad. Esta violencia sutil es la que sustenta las violencias visibles, que derivan en violencia física de palizas, asesinatos y la guerra, como expresión suprema de la barbarie.
Y pasando a lo práctico, que tengo yo de violenta?
Pues pienso  de mi, qué mi violencia es sobre todo por omisión, por individualismo por incoherencia, entre lo que hago y lo que pienso, entre lo que es y lo que debería ser
Como buena burguesa,  y mediocre revolucionaria, así me puedo clasificar, busco mi zona de confort y me apego a ella, y así voy levantando muros invisibles para no dejar pasar todo lo que me incomoda y me interpela.
Y así recalco, o repito casi de forma inconsciente, que “Yo” soy manchega, europea, heterosexual, médico, no creyente,  comunista…..
Con todo esto yo estoy creando una sutil violencia contra los que no tienen exactamente mi mismo perfil, por ser africanos, homosexuales, limpiadoras, musulmanes, de derechas….
He de minimizar mi “Yo”,  lo mío para entrar en el “Nos”, en lo nuestro.
Y porque me pasa esto, pues por “MIEDO” por miedo a salir de mi zona de confort, donde todo está según a mí me gusta.
Quiero salir humildemente, solidariamente al encuentro de todas las personas que no son como yo, y hermanarme con ellas así ponérselo difícil a esa violencia sutil.
Pero como hermanarse con los que tienen menos que yo, como arriesgarme a la coherencia del compartir TODO, posesiones, cariño…. Eso es muy difícil eso me violenta y pongo esas muros invisibles,
Hay dos cosas que  hoy  día me superan  y que me hacen mirar para otro lado.
Una, ver a personas durmiendo en la calle, cuando salgo de noche por el centro de la ciudad. Me interpela esta situación tan directamente….eso de pasar superfluamente por su lado, como si no viera nada, no puedo, o no lo puedo ver o me acerco a esa persona para interesarme por ella, que en varias ocasiones lo he  hecho o me voy a mi casa.
Y otra, es ver en instituciones sanitarias y educativas personal de seguridad que escanean los bolsos  y  te hacen pasar por arcos de seguridad y que levan sus porra y sus esposas….. en estas instituciones  cuyo objetivo es la salud y la educación de la ciudadanía, pero como un sanitario o un maestro, se tiene que defender de esa manera , tan aceptada ya por todos de aquellos que son la razón de su profesión, esto también me violenta mucho como médico que soy
Por qué tanta pobreza… por qué tanta desconfianza….
Porque igual que yo, todos tenemos miedo a salir de nuestra zona de confort y entrar en la zona de coherencia desde las cosas mas pequeñitas de nuestro entorno y cotidianidad  a las  grandes que abarcan muchos personas y muchos  buenos haceres.
Pienso que la violencia de nuestra sociedad, se sustenta en cada uno de nosotros, en unos en forma pequeña, ocupa poco espacio, en otros casi todo el espacio de su mente está ocupado por ella. Esas personas  son terribles-
Como final de mi reflexión, desearme que los hados me ayuden a perder mis miedos a diluir mi “yo” y mirar amorosamente a mi alrededor cotidiano y a las personas cercanas y poder pasar de forma sencilla a mirar también amorosamente a las lejanas y así situarme, en el camino de la no violencia.
Si pienso en los mas pequeños, en mis nietos en este caso y en los niñas y niñas del mundo llevar a cabo este deseo se me hace más fácil.
Final de mi reflexión sobre la violencia.
 En mi casa, relajadamente lo escribo en el ordenador 3 días después  del encuentro en silencio.

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