Nuestra cercanía a RRCC nos anima a apoyar este comunicado
REDES CRISTIANAS DEFIENDE EL INGRESO MÍNIMO
VITAL
El papa
Francisco ha reclamado recientemente, ante la grave crisis socioeconómica que
ha creado la pandemia del Covid 19, la implantación de un salario universal
para las personas sin recursos (https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2020-04/papa-francisco-carta-movimientos-populares-salario-universal.html
)
Nuestro
gobierno, tras arduos debates, ha ofrecido establecer para el mes de mayo un
Ingreso Mínimo Vital permanente. Con ello se adelanta a la previsión del
acuerdo de coalición, que se comprometía a implantar esa medida durante la
legislatura, en base al Proyecto de Ley que se diseñara, con las previsiones
técnico-jurídicas y económicas pertinentes, pero la actual situación de
emergencia ha obligado a anticiparlo.
Sin embargo, el Secretario General de
la CEE, Luis Argüello,
ha efectuado unas declaraciones públicas discrepando de
la medida, no sabemos si actuando en representación de la Conferencia o fruto
de su propia iniciativa o ideología.
La jerarquía de la
Iglesia Católica española sigue cojeando del mismo pie. Tras los cambios
producidos en la última Asamblea general de la Conferencia Episcopal Española
(CEE), creíamos que habían llegado al fin tiempos de mayor apertura, pero
parece que la resistencia a cualquier transformación en nuestro país continúa
siendo la tónica del episcopado.
La postura de Luis Arguello resulta de todo
punto contradictoria, al reclamar una ayuda temporal como parche para esta
coyuntura, mostrando así un profundo desconocimiento y una insensibilidad
social inaceptable, pues no solo se aparta del consejo papal, sino que contradice
toda la trayectoria de Cáritas, su organización especializada al respecto, que
todavía el pasado 7 de abril urgía al gobierno español a adoptar este ingreso
mínimo vital para dar respuesta a la emergencia social existente (https://www.caritas.es/noticias/1o-de-mayo-iglesia-por-el-trabajo-decente-reclama-un-ingreso-minimo-vital/)
Más
aún, sabemos que Caritas viene trabajando desde hace años, conjuntamente con
otras muchas organizaciones sociales, por una Renta Mínima garantizada
suficiente en nuestro país. Incluso muchos de esos encuentros se han realizado
en la propia sede de la entidad eclesial. Pero, sobre todo, los informes emitidos
con participación activa de Caritas, han mantenido permanentemente esa posición
de exigencia social del ingreso mínimo garantizado en cuantía y condiciones
adecuadas a las necesidades sociales y, siempre, como un instrumento permanente
para dar soporte a esas capas de pobreza, que no remiten en nuestra sociedad,
ni siquiera en momentos de mayor bonanza económica. ¿Si sabía todo esto el Sr.
Argüello por qué dijo lo que dijo?
Es
evidente que la emergencia social que padecemos hoy requiere una salida digna y
suficiente para la ciudadanía más vulnerable. Por eso el Ingreso Mínimo Vital
que se va a aprobar es una solución fundamental para dar consistencia a las
políticas sociales públicas de nuestro país, pues será una pieza clave
estructural para la lucha contra la pobreza y la exclusión social en este
momento crítico, pero que no puede ser temporal, ya que esa causa es endémica
en nuestra sociedad, y aunque pueda variar el contingente de afectados, su
pervivencia es hoy por hoy ineludible.
Es
obvio además, que el trabajo es un bien escaso en nuestro entorno y, más allá
de que esta situación vaya a empeorar en la coyuntura post-pandemia, ya estamos
asistiendo a una nueva fase de nuestras economías, que podríamos denominar
digital y que, en términos de empleo, se caracteriza por una creciente
sustitución de trabajadores, no cualificados y también cualificados (con la
introducción masiva de la inteligencia artificial, robótica, big data…), lo
que, para muchos expertos, justifica aún más este tipo de medidas.
El
Sr. Argüello, sin embargo, justifica sus temores ante la medida porque pudiera
disuadir de la búsqueda de empleo. Debemos aclararle que este modelo de
prestación lleva ya muchos años experimentándose en casi todas las Comunidades
Autónomas, entendido como un doble derecho: a la prestación económica, por un
lado, y a programas o medidas de apoyo para la incorporación social de sus
beneficiarios, por otro; objetivo que quizás no se haya cumplido a plena
satisfacción pero que siempre ha estado presente en la gestión de las mismas.
Oponerse
como jerarquía católica a un avance tan significativo de la protección social,
no solo se nos antoja como un intento de descalificar al actual gobierno
progresista frente a otras opciones conservadoras, extremo que un portavoz de
la Iglesia no puede hacer por mucho que le puedan atraer sus veleidades, sino
que contradice el Evangelio de Jesús, situándose en la indiferencia por el ser
humano vulnerable que sufre y, por tanto, en el lado “equivocado” de la parábola
del Samaritano.
En
consecuencia, la Coordinadora de Redes Cristianas, en su reunión virtual del
sábado 25 de abril, ha decidido rechazar enérgicamente las declaraciones de
Luis Argüello y pedirle que de inmediato, él o sus superiores jerárquicos de la
CEE, hagan una rectificación consistente y sincera para evitar que la Iglesia
Católica española se sitúe fuera de los movimientos sociales, muchos de ellos
cristianos, que demandan una salida de la crisis en clave de justicia social y
contra la desigualdad.
Nos
unimos con este llamamiento a las manifestaciones de las CCP de Andalucía, cuyo
contenido compartimos, si bien entendemos que la denominada Renta Básica
Universal, sin duda el horizonte de futuro de nuestras aspiraciones, exige
todavía un estudio más riguroso para hacerla plenamente viable en términos
económicos.
Por
todo ello, la defensa del actual Ingreso Mínimo Vital se hace más acuciante y,
para los que nos denominamos cristianos e intentamos sinceramente seguir a
Jesús, tal vez un test para saber dónde realmente estamos en ese camino o,
dicho de otra manera, si nos creemos realmente lo de la Iglesia de los pobres
y, en definitiva, qué papel queremos jugar en la parábola del Samaritano.
Y elegir siempre nos deja, para bien o para
mal, descubiertos.
Madrid 29 de abril de 2020
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