TEMA: Vivencias ante el Covid-19
Nota informativa: en estas circunstancias especiales de confinamiento se celebraráid-19 con este tema nuestro encuentro modo on line, plataforma Jit.si, abierto a quien, deseando participar, lo diga por el whatsapp Findes deencias ante Espiritualidad. Dias 5 y 6 de junio a las 20h. En la actual semana se publicarán 8 textos previos para la meditación, esperando tu aportación en la puesta en común final.
EL AISLAMIENTO PUEDE SER CREATIVO
Aportado por Mª Luisa Barrero
Y entonces, de repente, iniciamos un largo
retiro. Cerramos a nuestra espalda la puerta que da a la calle y acarreamos las
bolsas de la compra escaleras arriba, llenamos la nevera de comida y nos
quedamos en casa muchas semanas seguidas, separados de nuestros amigos,
compañeros y familiares. No fue un retiro elegido voluntariamente por nosotros,
como unas largas vacaciones de meditación en algún complejo "zen" de
lujo. Nos limitamos a obedecer la firme exigencia de nuestros Gobiernos, que
intentaban mantener la pandemia bajo control.
Me recuerdo en mi balcón de Ámsterdam, mirando
un cielo de un azul hiriente sobre las casas. Nunca había sentido un contraste
tan agudo entre esta primavera vital y floreciente y otra serie más de trágicas
estadísticas presentadas en los informativos. Allí estábamos, en pleno
estallido de flamante vida, rodeados por el anuncio de tantas muertes. Nos
quedamos dentro y esperamos, preguntándonos a veces qué era lo que estábamos
esperando: ¿el final del confinamiento? ¿La siguiente crisis? ¿O tal vez la
oportunidad de cambiar?
Mientras esperábamos, descubrimos una forma de
soledad nueva y ambivalente. Por una parte, esta soledad se parece a un
aislamiento forzoso impuesto por un poder invisible, el virus, que nos
atemoriza y hace que nos sintamos inseguros en relación con nuestra vida,
porque no sabemos cuánto va a durar ni cómo vencer sus peligros. Nos asusta,
hace que nos preocupemos, nos impide dormir y, lo peor de todo, podría
convertir nuestra naturaleza melancólica en un estado depresivo crónico.
Porque somos seres melancólicos que en algún
momento de nuestra infancia tomamos conciencia del paso del tiempo y, con ello,
de la pérdida y la transitoriedad. Esta conciencia pesa sobre nuestros hombros,
y con los años ahonda nuestra melancolía. Si nos acechan demasiados miedos e
inseguridades, nuestra melancolía suele volverse tan negra como la
"hiel" griega que le da nombre: melan-chole, profunda y abatida. Sin
embargo, por fortuna, también sabemos cómo sobrellevar e "iluminar"
esa melancolía con la música, por ejemplo, o con relatos, o con una expresión
de amor. En otras palabras, tenemos que hacerla "creativa" a fin de
traducirla en "tristeza con una sonrisa", como dijo Calvino, y no en
depresión.
Sin embargo, estos últimos meses nos hemos
enfrentado a pérdidas enormes y escenarios terroríficos. Ha sido extremadamente
difícil encontrar alguna esperanza. Por lo tanto, existe el peligro de que gran
parte de la población se deprima, lo cual es un problema de salud muy grave,
sobre todo si se combina con la soledad, como han demostrado famosos
investigadores como Trudy Dehue, de Holanda, y Stephen Houghton, de Estados
Unidos. En consecuencia, no tenemos más remedio que seguir buscando nuevas
fuentes de esperanza e inspiración.
La buena noticia es que en el aislamiento
mismo, o en lo que solemos llamar soledad, hay algo de esperanza. La soledad es
un estado en el que uno puede centrar su atención en el diálogo interior, como
explicaba Hannah Arendt en La vida del espíritu (1973). Incluso cuando estamos
"solos con nosotros mismos", somos seres dialécticos porque podemos
hablar solos, podemos pensar y reflexionar sobre nuestras propias acciones.
Somos "dos en uno", o, en palabras de Arendt, "todo pensamiento,
estrictamente hablando, es elaborado en soledad y es un diálogo entre yo y yo
mismo". Si somos capaces de concentrarnos en este diálogo interior, no
solo descubriremos las posibilidades de este fructífero aspecto de la soledad para
nosotros mismos, sino que encontraremos también nuevas conexiones con los
demás: "Este diálogo de dos en uno no pierde contacto con el mundo de mis
semejantes porque ellos están representados en el yo con el que mantengo el
diálogo del pensamiento".
Si el aislamiento expresa el dolor y el miedo
a estar (obligado a estar) solo, la soledad expresa la "gloria de estar
solo", precisamente porque despliega nuevas posibilidades de conectar con
nosotros mismos y con los demás. En consecuencia, el reto que se nos plantea es
convertir nuestro aislamiento en una soledad participada. ¿Cómo? Pensando,
soñando, leyendo, escribiendo y presentando nuestros pensamientos a los demás
como yo les estoy presentando los míos. Este intercambio es lo único que puede
proporcionar un contrapeso suficiente a nuestra melancolía y evitar que
caigamos en la depresión. En todo el mundo compartimos los mismos miedos y las
mismas amenazas, pero también la misma esperanza: ser capaces de volver a
empezar después del coronavirus, y comportarnos y actuar de una manera mucho
más responsable y solidaria.
JOKE J. HERMSEN. Doctora en Filosofía,
holandesa y especialista en la vida y obra de las filósofas Hannah Arendt y Lou
Andreas-Salomé. Autora de 'Melancolía' (Siruela).
Articulo publicado
en: EL PAÍS. Suplemento
Ideas. “El futuro después del
coronavirus” nº 259. 3 de mayo de 2020
Sevilla,
15 de mayo de 2020
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