A PROPÓSITO DE LA DECONSTRUCCIÓN POSTHEISTA
Jesús Sánchez Valiente
Tengo
delante dos libros: POR EL CRISTIANISMO SIN RELIGIÓN de Bruno Mori, editado por
Vigil y Villamayor y EL MEDIO
DIVINO de Teilhard de Chardin.
Detrás del primero hay una autoridad en teología pastoral y del segundo hay un
científico. En los dos casos hay una intención deconstructivista y una nueva
presencia paradigmática que imponen los tiempos. En los dos casos parten de
presupuestos no-dualistas y se alinean en mirar la Realidad como un Todo
básicamente en evolución. Su común visión antropológica sobre el ser humano
coincide en su
tratamiento
conectado globalmente con el universo como un todo interconectado, no como
dueño sino más bien como elemento activo que aporta, cual homo sapiens, nuevas
formulaciones al Universo, desde la comprensión del mismo en el tiempo.
En los dos autores advierten de un negro futuro del cristianismo oficial.
Así
se expresa Teilhard reiteradamente: “Cristiano y Humano tienden a no coincidir
ya. ¡He aquí el gran cisma que amenaza a la iglesia!" (Nota para servir a
la evangelización de los nuevos tiempos. La Gran Mónada Editorial Trotta
pg.157). Y tres párrafos antes ha dicho franco y claro: “No nos engañemos, el
ideal cristiano, tal como es expuesto de ordinario, ha dejado de ser, como nos
ufanamos ingenuamente, el Ideal común de la Humanidad". El texto de Bruno
Mori es de principio a fin un alegato del abandono masivo de la religión
cristiana tal como hoy se comporta.
Quienes
tenemos ya años implicados en cierto quehacer crítico desde dentro del
cristianismo, nos suena a trillada esa actitud de deconstrucción. Ha sucedido
que, como círculos en el agua del estanque al tirarle una piedra, se expande
cada vez a más gente y a más contenidos esa depuración de todo lenguaje mítico
en el cristianismo, que se va transmitiendo en la cultura cristiana de
generación en generación. Es como una decantación, fruto del roce continuo de
los contenidos religiosos con la cultura y la ciencia de nuestro tiempo. Fruto
de este movimiento cognitivo es la advertencia a propios y extraños con el
dicho de que cuidemos al tirar el agua sucia no tirar también al niño(o la
niña).
Vivimos
en un momento de crisis del cristianismo y en general de las religiones. Es un
fenómeno cognitivo global al que llamamos cambio de paradigma. La
deconstrucción se elabora en términos de pensamiento racional versus
pensamiento mítico. El pensamiento mítico y el pensamiento
racional se asemejan en que los dos buscan respuestas a los
enigmas que rodean al ser humano.
El pensamiento
racional y el pensamiento mítico son opuestos, siendo el mítico el primer tipo
de pensamiento que se presentó en los primeros humanos, en
cambio el pensamiento racional corresponde al hombre contemporáneo, es
decir el actual. Conforme el ser humano va adquiriendo cultura su pensamiento racional
adquiere mayor grado de abstracción que le capacita un conocimiento más
profundo de la vida y de las cosas. Se sitúa en el conocimiento más científico.
Es cuando comienza a revisar todo el bagaje de contenidos de la religión y
pasarlos por el filtro de la racionalidad. Ello está aconsejado como camino a
la madurez de su fe y la resistencia en el mundo cuando en
Carta I de Pedro 3,15 dice:”…dispuestos siempre a dar razón de vuestra
esperanza a todo el que os pida una explicación “.
El camino de
crecimiento personal en el cristianismo es tan variado como individuos lo
recorren. Cada persona está en un nivel de pensamiento abstracto. Por ello es
muy compleja la pedagogía de la fe, que ha de mirar la madurez de cada ser
humano con el momento cultural en que vivimos. En los primeros lenguajes
aprendemos los contenidos religiosos según unos niveles de abstracción, que no
nos sirven cuando entramos en el ambiente universitario, a no ser que tengamos
interiorizado el hábito de la continua deconstrucción. Pero hay personas que sí
tienen y sí están en permanente traslación
y adecuación de un conocimiento inmaduro y mítico a un conocimiento
culto y maduro. Todas las demás personas hemos de suponer que no se “tragan”
las formulaciones heredadas, pero se utilizan por inercia fácil hasta que les
llegue otra formulación o la pierdan.
No nos engañemos,
la mayoría de cristianos en su verdadero interior ya han hecho la
deconstrucción con sus recursos individuales intuitivos o simplemente lo
perdieron, y algunos y algunas han
conseguido una nueva construcción.
¿Qué decir ahora de
la iglesia maestra? Pues que las nuevas formulaciones llamadas posteístas
tienen total acogida en la gente porque el campo de la deconstrucción estaba
trabajado por cuenta propia gracias a su racionalidad. Ahora es la iglesia a la
que le toca hablar con racionalidad y atender al pensamiento científico del
momento, y tendrá éxito porque la deconstrucción está casi hecha por cuenta propia.
En particular situación se encuentra una gran cantidad de personas que, aunque
utilicen formulaciones aprendidas de siempre, en su interior saben
interpretarlas de otra manera. Aquí encontramos personas que hacen oración con
palabras dualistas teístas, o tratan como una alteridad física a su dios pero
saben que no es así.
Quien les habla
reconoce que hubo un momento reciente en que confieso haber mejorado mi propia
cosmovisión religiosa de cristiano. Fue a partir del encuentro con el
pensamiento y la espiritualidad de Pierre Teilhard de Chardin. Como la deconstrucción sí la había hecho,
necesitaba una formulación adecuada que me diera expresión cuando pensaba y
hablaba de Dios.
En muchas ocasiones
en que leo a los posteístas, ahora en concreto a Bruno Mori o a Vigil,
Villamayor, etc., me pregunto que este asunto de la espiritualidad está ya
inventado y se trata de conocerlo en la experiencia de santos o grandes
espirituales, y en concreto, me digo, ahora que se trata de no alejarse de la
explicación científica ¿no conocerán bien la espiritualidad teilhardiana?
Porque es un ejemplo paradigmático de construcción actual del cristianismo.
Es curioso que, lo
mismo que el cristianismo consiste en el seguimiento de Jesús de Nazaret,(recuerdo
la lectura de Segundo Galilea) para bien hacer este seguimiento, volvemos a repetir
ese consejo tradicional de leer la vida de santos de tantas personas que nos
precedieron, hoy lo llamamos, meterse en esas experiencias. Me viene a la
cabeza el dicho popular de que algo tiene el agua cuando la bendicen.
Deseo subrayar una
advertencia de Mori al principio de su texto para quienes están satisfechos en
su religión, que dice: “si eres de este tipo de cristiano y creyente, no
empieces a leer estas páginas: ¡este libro no es para ti! El autor “.
Me sirve este
epílogo para declarar mi verdadera intención al escribir este artículo. Intento
una doble finalidad: ante todo agradecer a los posteístas su aportación para
facilitar y hacer algo más racionales los contenidos del cristianismo y, en
segundo lugar, animar la autoestima de muchos cristianos y cristianas que con
su lectura no “han tirado al niño (o a la niña)” sino que son capaces de
aportarle la racionalidad de este momento cultural.
Para finalizar,
aporto una experiencia a quienes en estas consideraciones se declaran
defensores de una espiritualidad y detractores de las religiones. Les
pregunto ¿no habéis sentido una experiencia de espiritualidad cuando habéis
practicado la religión en espíritu y en verdad?
En fin, no hace
falta releer todo esto para ver que defiendo el equilibrio que se da cuando
profundizamos en los temas y prestamos
atención a las diferencias, que, como en
ecología, defendemos conservar la diversidad. El impacto actual del
posteismo me suena al parto de los montes, que la mayoría de los cristianos ya
teníamos deconstruido y es la catequesis la que necesita pedagogía y verdad.
Sevilla
6 de febrero 2022
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