lunes, 9 de noviembre de 2015

Mi mirada sobre la espiritualidad ecológica

Incluso desde la práctica de terapia psicológica, he comprobado en mí y en otras personas el aporte de salud interior que produce la vivencia de la espiritualidad cósmica y el sentirse parte de la tierra. Entiendo que la razón de este beneficio está en
que, cuando se está mal interiormente (bajo ánimo, ansiedad, estado nervioso, o disminuido por complejo, ….), sin duda, lo que está predominando y dominando en la persona es el ego con sus mil intereses. Basta que ocupe mi interior la intuición de sentirme uno con el cosmos,  mezclado como una ola en el mar,  como viviente junto a y dentro de la madre tierra y naturaleza, …..digo, basta que me deje iluminar y llenar por esta vivencia, para percibir otro tono interior, para percibir una liberación del ego. ¿Qué calibre puede tener cualquier problema o inquietud comparado con la magnitud, que me da ese nivel de consciencia  cósmica y ecológica?  Es el gozo de la amplitud de  conciencia contra la estrechez del sufrimiento.
Cuando me relaciono socialmente desde esa mirada de espiritualidad ecológica, las personas me son también percibidas sin prejuicios y es más frecuente intuir que, en el fondo, la gente es buena. Porque la bondad, el ser y la belleza siempre se han considerado la misma cosa, desde la filosofía perenne. Porque  es más fácil ir gozando de la bondad y del ser de los árboles, los pájaros, el cielo, ….que ir mirando con agrado a todas las personas con las que me cruzo.
Desde la espiritualidad ecológica me siento uno con la Totalidad, con la Divinidad. Y, como seguidor de Jesús de Nazaret, que para mí es como el mejor nódulo de condensación de lo divino en la historia por su estilo de vivir y la expresión de su experiencia, siento que esta unión es con el Padre.
Por ello, desde muy joven, la espiritualidad cósmica de Teilhard de Cardin  me cuadra perfectamente cuando la hago consciente.
Jesús

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