martes, 14 de junio de 2016

Aportación de asistentes al Finde del pasado junio. Ella firma como Jara

El valor de la persona en sí misma.... ¿habrá algo más revolucionario hoy día?
El reconocimiento de la dignidad humana, de la dignidad personal como valor supremo y todo lo que se desprende de ello me parece algo absolutamente fuera de este modelo de funcionamiento social y de relaciones humanas que nos han impuesto.
Es dificil, en un contexto que pone en el centro de todas las cosas al valor del dinero, del poder sobre el otro, que busca justamente la deshumanización más absoluta, justo para quitarle a la persona todo el valor y todas las potencialidades que posee de manera innata, que utiliza el alienamiento individual y colectivo como instrumento de dominación y de perpetuación, en este contexto no es facil sentirse persona y sentir la dignidad de serlo.
Y supone un esfuerzo añadido, según mi experiencia, si eres persona/mujer. Porque a la pelea por no ceder a la tentación constante del sistema a no pensar, a no disentir, a dedicarte solo al disfrute y a vivir el momento, a no “ser”, en definitiva, se añade la carga de invisibilidad y elementos que bombardean a la mujer para desdibujarla y convertirla en objeto (ideas de modas sobre como debe ser y comportarse la “mujer moderna”, dobles jornadas, exigencias sociales de belleza, tacones, cosmética, atención a los cuidados sin despeinarse,.... ) mensajes permanentes de como debes sentirte, que debes hacer para “ser” guapa,.... la avalancha de mensajes y de instrumentos para la anulación me parece mayor cuando tiene como destinatarias a las mujeres.
Estamos “invadidas” , en palabras de Ivone Gebara, con proyecciones sociales, por estereotipos marcados externamente y siento que se nos hace verdaderamente complicado tener o crecer en la conciencia de tu valor absoluto como persona/mujer, sin caer en la dispersión o en la linea trazada para la des-humanización o la des-personalización.

            Ser con el otro, con la otra. El personalismo comunitario de Mounier me da valor en mí misma, pero también me subraya que no es sino siendo con otras, con otros, como voy a descubrir mi propio valor. Cuando me encuentro en el rostro del otro, de la otra, cuando amo, me pierdo en el tú, pero es así como, paradójicamente, alzanzo la autoconciencia. Carlos Díaz resalta que estas relaciones no son de poder, ni de supeditación, sino entre iguales, cooperativas y libres.    TOMA REVOLUCIÓN!!!
Se concibe el “amor al prójimo” dentro de la máxima de “no degradar a ningún otro ser humano, convirtiéndolo unicamente en medio para mis fines”. Es decir, que debo ver en el/a  otro/otra un valor en sí mismo/a, en su propia dignidad sin que deba convertirlo en medio para mis propios intereses.
Evidentemente esto no se puede hacer de otra manera que desde el amor, y desde el amor como fuerza ética, por tanto no vale cualquier ética, solo la generadora de vida.
Si la ética estudia la moral y determina que es lo bueno y desde ese punto de vista, como se debe actuar, hay que volver a la tesis de que el amor es la fuente de todo,  y su fuerza, debería ser el motor del mundo, debe trascenderlo todo.

No es novedoso para mi esta concepción, como cristiana , identifico a Di*s, o la dimensión de lo absoluto, de lo transcendente con el amor o con la experiencia amorosa (hacia el otro o la otra, hacia mis misma, hacia la creación, hacia la naturalera.... )
Quizás lo que me suena diferente es formularlo, como Ivone Gebara me invita, el amor como origen de la ética y constituirlo si no en un movimiento político, si al menos en una corriente, “un movimiento espiritual profundo” de “vuelta a los origenes” que hace confluir en el mismo camino a feministas, ecologistas y todas esas lineas de acción o pensamiento “no pasivos” en la construcción de otro mundo posible.
Un movimiento espiritual etico-político que no se contenta con una contemplación pasiva sino que empuja a la acción y al cambio.
Se me antoja que confluyen aquí el “Ecofeminismo para otro mundo posible” de Alicia Puleo, el “Rescate de lo femenino para reanimar la tierra “ de Mª José Arana, incluso el discurso del pensamiento comunitario, que quizás a priori, puede ser menos social, desenvoca en el “ser con otr@” de una manera activa, en esa interrelación que exige respuesta, que lanza a la acción como persona, como sujeto con dignidad propia y que Ivone Gebara propone que tenga como epicentro la etica del amor.
Si la ética determina lo bueno y lo malo de nuestras acciones, me parece el amor, un maravilloso modelo para un proyecto de vida comunitario, para conseguir “humanizar” o “personalizar” el mundo. Llenarlo de “personas” en todo el sentido amplio que hoy le doy a esta palabra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario