INTRODUCCIÓN AL FINDE DE OCTUBRE 2017: “ESPIRITUALIDAD Y POLÍTICA”
28 y 29 octubre 2017
Monasterio cisterciense St. Mª de las Escalonias.
Sierra de Hornachuelos
Estado de la
cuestión:
Siempre
han estado vinculadas, siempre hemos forzado al menos en la dirección de la
espiritualidad hacía la política, siempre ha existido un grupo, minoritario en
ciertas épocas, que ha mantenido las
voces de que el compromiso sociopolítico es un correlato de la espiritualidad
religiosa y laica. Hagamos justicia a tant@s militantes que en nuestra
historia han sido. La espiritualidad religiosa necesitaba decir esto a las
claras y lucharlo algunas veces. A la espiritualidad laica no se le planteaba
así.
Para
quienes ahora se asoman de nuevo a estas cuestiones, se topan con conceptos
como la espiritualidad laica. ¿Qué significa esta novedad? Entiendo que hubo
tiempos en que quienes militaban en lo sociopolítico no necesitaban, no se
planteaban recalar en espiritualidad y, viceversa, muchas personas de religión no se veían
interpeladas por lo sociopolítico ni en lo individual ni encuadradas ni asociadas. Había un eclipse parcial de
conciencia, donde el campo político /
espiritual simplemente no existía y no se veía en general. Este tiempo creó una
distancia entre ambas. Hoy, ante una crisis política y una crisis de
religiones, más personas conscientes de ello recalamos en la plataforma de la
espiritualidad religiosa o laica, como situación prometedora.
La
política tiene que demostrar que practica un programa que está al servicio
de la persona y de cada persona aquí y ahora. Porque si es para luego, sólo
para alguna zona y a largo plazo, genera desencanto en afectad@s y si el
programa es pura improvisación, sin proyecto, genera desconfianza. Es un atasco
observable que explica ahora la crisis política y la búsqueda de una salida.
A
las religiones, y, por cercanía, al cristianismo institucional, se les ha ido
esclerotizando la savia original y apareciendo más con ritos y dogmas a creer. La
religiosidad está en búsqueda del espíritu.
Pero
cuidado, este nuevo balanceo entre
espiritualidad y política, no es un simple consumo de modas; el
movimiento pendular tiene el aliciente de novedad y cambio de aire viciado,
pero, con sólo pasar a otro extremo puede perder la sabiduría que encerraba el
tiempo del movimiento anterior. Es necesario armarse de equilibrio.
Quiero reivindicar aquí la palabra “equilibrio” como portadora de salud
integral. Es mi calificativo preferente a la hora de referirme con aplausos a
una persona. Quien lo tenga, tiene un tesoro. Se conquista a medio plazo y se
consigue antes si hay una base temperamental facilitadora. Ni sólo
contemplativos y teóricos ante la política ni sólo hiperactivos con soluciones
rápidas, poco precisas o inconscientes para todo. Ni tan angelicales buscando
sólo el cumplir con el cielo, ni tan entregados con la ansiedad de dar palos de
ciego.
La
espiritualidad laica sea bienvenida a la política porque la orienta. La
espiritualidad religiosa, cuando se compromete en lo sociopolítico, se
enriquece de amor y solidaridad, que es el espíritu del evangelio. Mas
he de tener cuidado con tirar todo por la borda, con posturas de “yo ya no” sin
filtrar la sustancia y sabiduría de lo vivido y de las tradiciones. Observamos el
constante movimiento del pez filtrando toda el agua y así encontrando sustancia
nutriente.
En
todo caso, siempre terminamos en la consciencia. La espiritualidad es
una actitud desde la cual, todo lo que toca adquiere grandeza, profundidad y
sentido. Me gusta esta definición de espiritualidad de Francisco Trover, uno de
los autores del compendio Espiritualidad y Política : “experiencia de sentir
que formas parte de algo más grande y más profundo que tú mismo, algo
que te conecta a todo y a tod@s, que te hace ver a todos los seres humanos como
herman@s y al planeta como la casa común que tenemos que cuidar. Esta
definición incluye “el arte de vivir” (espiritualidad) y el “arte de convivir”
(política). Todos somos uno, todas y todos somos hermanos, ese es el gran
cambio, la conciencia planetaria”.
Y ¿qué tengo que
hacer?: (pistas para la tarea personal del “finde”)
En
el párrafo anterior hay una respuesta subrayando que vivir y convivir es un
arte. Si el arte fuera sólo reglas sería fácil, pero es sobre todo espíritu (inspiración)
y ello supone estar siempre en estado de consciencia. Así debe estar la persona
espiritual y la persona política. Cultiva el estado de consciencia y acertaras
en el vivir y en el convivir.
Los
hechos te provocan rebeldía y rabia en ocasiones frecuentes. Te impulsan hacia
la revolución. Así es la convivencia. Y si lo filtras con el interior profundo
esa energía acabará en buena actuación y acertada gestión. Hay una frase ya
clásica: “hay que echar de su mansión al amo, pero no con sus armas”. Nosotros
también añadiríamos hoy, ante las luchas sociopolíticas contra el capitalismo,
el machismo, la insolidaridad, …. que la espiritualidad tiene sus armas también
contundentes, pero nunca las propias del imperio capitalista, del dominio patriarcal o del racismo
aislacionista.
La
espiritualidad nos abre la mente para ver que nuestras armas han de ser el consenso, la escucha de
otras posiciones por atención a la diversidad y el indiscutible camino hacia la
unidad, como actitudes para mejorar este mundo. Y esto es política. Decía
Gandhi: “se tú el cambio que quieres ver en el mundo”.
Para
vivir el cambio, porque una persona nueva es posible, normalmente tenemos que
encarnar el equilibrio de conjuntar las aspiraciones de la justicia y la
libertad. En una vieja encuesta se forzaba a la gente a responder “¿Cuál es
para ti lo primero: la justicia o la libertad?”. Naturalmente y en teoría se
respondía que las dos. Insistía el encuestador que debía seguir el juego y
habría de elegir primera. Y según eligiera sería, en el análisis del sociólogo,
más de izquierdas o de derechas (la imperfección y la verdad de las encuestas).
Difícilmente
saldremos airosos tomando parte radical por una ideología o por otra. Sólo
tendremos un debate animado. Pero desde la interioridad de la consciencia, que
pilla los trucos del ego, hemos de reconocer que, por mucho que cueste y si hay
buena voluntad de clarificar la enredosa realidad, las dos posturas han de
tomar el camino del entendimiento si quieren avanzar y arrimar hombro a la
solución, al menos provisional. También desde cada partido.
Pero,
al contemplar esta dinámica, es normal salir como una escopeta, diciendo: ”pero
mientras, hay gente que se está muriendo de hambre… por ello el respeto a la
libertad del otros es el opio para tranquilizar al pobre”. Aquí empiezan los
diversos recursos y planes de los comprometidos en lo sociopolítico.
Y
es el soniquete que siempre interroga en la reflexión en grupo, ante la
encrucijada de muchos años de militancia religiosa y laica, que decide
comprometerse políticamente. Aquí es cuando empiezan los programas diferentes y
los partidos.
Siempre
volvemos a la consciencia personal que da la espiritualidad, como lugar de
opción. Como botones de muestra tenemos miles de biografías comprometidas a las
que acudir, que, desde la política y espiritualidad o mística, nos servirán de
referencia.
Jesús
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