EXPERIENCIA
DE ALVARO
Por fin me
he podido conectar a Internet. He seleccionado algunos textos que me han
resultado interesantes para el tema de Política y Espiritualidad: Psicopolítica,
Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder de un tal BYUNG-CHUL HAN publicado
por Editorial Herder, Biología y Espíritu, de Andrés Moya, publicado por
la editorial Sal Terrae, Capítulo 17 de El Porvenir del Hombre: La Esencia de la democracia, de
Teilhard de Chardín
Pero como
introducción y primer cambio de impresiones, os cuento
mi enfoque personal del tema.
Para un
español que ya ha pasado de los setenta, hablar de política y de espiritualidad
significa necesariamente recordar los últimos años del franquismo, cuando tenía
30 y en plena juventud, vivir el paso la democracia. En aquellos años hablar de
política era algo peligroso, que según nuestros padres volvería a repetir los
enfrentamientos que llevaron a España a la guerra civil. Lo sensato era preparar
cada uno su futuro profesional, dejando esos temas a los que sabían cómo
gobernarnos y disfrutar de la prosperidad económica que disfrutábamos en
nuestro país. Y hablar de espiritualidad era repetir, sin crítica, los
principios del llamado nacional-catolicismo, donde todo estaba claro y diáfano,
empezando por la división entre creyentes católicos y ateos o agnósticos, que
era lo mismo que decir buenos y malos.
Han pasado
desde entonces más de cuarenta años y en ellos he tenido la suerte de conocer y tratar con personajes como el Padre Llanos,
la Pasionaria, Marcelino Camacho, los obispos Alberto Iniesta y Casaldáliga, la
experiencia en Chile en 1973 de los discursos de Salvador Allende en el Estadio
Nacional y el inevitable golpe de estado de Pinochet, etc. etc. Pero hay uno en
especial, Alfonso Carlos Comín, promotor en España del movimiento Cristianos
por el Socialismo, que resumen mejor que ninguno cómo fue esa trayectoria: En el movimiento de “Cristianos por
el socialismo” había muchos que se sentían marxistas y cristianos, pero eran
pocos los que hacían valer sus convicciones creyentes en la organización
política. Comín sí lo hacía. El era el modelo del cristiano en el partido y del
comunista en la Iglesia. Eso rompía los esquemas de cada institución y las
convicciones del cristianismo y del comunismo y desafiaba los dogmas que ambos
tenían por inamovibles. Alfonso Carlos Comín sabía formularlo de manera clara y
concisa: “Los hombres no se dividen entre ateos y creyentes, como dice la
mayoría de la jerarquía católica. Los hombres se dividen entre quienes creen en
el hombre, en la posibilidad de transformar la sociedad y construir una
sociedad nueva y quienes no creen en ello. Entre los ateos los hay que no creen
en el hombre y entre los cristianos que ocupan las iglesias hay multitudes que
no creen en el hombre. Pero el cristianismo que no cree en el hombre no puede
creer en Dios”.
Dentro de la estructura de la
Iglesia, como en las burocracias de lo que entonces se llamaba “los países del
Este”, la defensa del hombre era siempre una provocación. Como escribió Reyes
Mate “Hacía mucho tiempo que la Iglesia había sepultado al hombre bajo los
cascotes del legalismo y el comunismo lo había enterrado en el hormigón de
ideologías inhumanas.
Sé que todo esto
son ya viejas historias y que un mundo tan acelerado como es
nuestro, ya más que estrenado el siglo XXI, suenan a leyendas de la Edad Media.
Hoy ya jubilado y por necesidad biológica retirado de la primera línea, veo con
el optimismo de Teilhard, que somos una partecita muy pequeña, pero importante,
del proceso de hominización de la rama de los primates que es el “homo
sapiens” saliendo del Neolítico y que la actividad política es, junto con
la Medicina, la más noble de cuantas puede ejercitarse en nuestra sociedad.
Sin embargo me preocupa cómo se tratan actualmente
estos temas en los medios de comunicación. Me quedo atónito y últimamente más
bien cabreadísimo, cuando en tertulias televisivas, los contertulios se
interrumpen unos a otros, e incluso hablan todos a la vez. Siento vergüenza
ajena cuando el director del programa ni siquiera les llama al orden, para
pedirles que no se interrumpan y que se escuchen, o lo hace tan tímidamente que
más bien parece que eso es lo que se pretende y lo que la gente quiere oír,
personajes enfrentados, a la derecha y a la izquierda, que ante problemas complejos no buscan aclarar las ideas, sino demostrar
la sinrazón del otro.
Pero como dice Carmen Melendo en
su libro “LA ESCUCHA”: Escuchar es un elemento esencial, yo diría el más
importante de la comunicación. La comunicación es la base de todas las
relaciones interpersonales. Sin comunicación no hay relación. Escuchar es uno
de los actos más libres del ser humano. Escuchar no quiere decir no hablar. No
tenemos que confundir escuchar con estar callados. Hay personas muy calladas,
que no por eso escuchan. Pueden estar manteniendo un dialogo interno, mental,
mientras callan o incluso miran a su interlocutor aparentando escuchar. Pero para escuchar hay que querer escuchar. Esto supone
hacer un silencio interior, callar mis diálogos internos Supone también hacer
vacío interior, es decir hacer espacio para acoger el dialogo, las palabras y
la comunicación de aquel a quien quiero escuchar.
....estamos llenos de monólogos internos sobres
nuestras preocupaciones. Sobretodo estamos llenos de prejuicios y juicios sobre
los demás y sobre las cosas.
....escuchar es una forma maravillosa de descansar de
mis problemas personales... de desconectarme de mis inquietudes para conectar
con los intereses, problemas o alegrías de los demás.”
Esto es lo que pretendo con vuestra
ayuda lograr en el próximo finde de Octubre. Findes de Silencio y por tanto
también Findes de escucha.
Espero lograr suficiente paz interior para superar el
cabreo que me produce como se trata en la mayoría de las ocasiones el tema de
la política.
Y respecto a la Espiritualidad,
intentar comprender y asimilar el significado profundo de mensaje evangélico
del amor a los enemigos, San Mateo capítulo 5º: al que pide la túnica, darle
también el manto, y perdonar, no siete, sino setenta veces siete, et. etc.
Saludos y hasta la próxima. Alvaro
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