viernes, 20 de octubre de 2017

Texto para reflexión en el Finde 3



MI DIMENSIÓN POLÍTICA
Mercedes López Herrera

Mi espiritualidad/religiosidad siempre tuvo una mirada hacía la política, como una consecuencia de mi clase social obrera, y de la espiritualidad religiosa comprometida con el mundo como promesa liberadora de los pobres. El concepto de laicidad lo descubrí tardíamente, pienso hoy.
Para mí no es ninguna novedad, sé por experiencia personal sindical, y social que hubo tiempos en que quienes militaban en lo sociopolítico no necesitaban,
ni se planteaban interpelación de la espiritualidad, sólo se planteaban el compromiso “en razón de la fe” que a la postre la espiritualidad que desprendía la fe de cada cual tenía todos los aderezos de la personalidad y su contexto histórico. En los ámbitos teológicos “feministas” en los que sí ha tenido una presencia mayor o menor dependiendo de la persona en cuestión y su peso específico en los grupos, distingo en ello a quienes pudieran pertenecer a grupos como PC, PT, o PSOE y espiritualidades como la de Maria Tabuyo, en un arco que va desde IU al Anarquismo, o M.J. Arana que sirve como párroca oportunamente a la diócesis (aunque sin el reconocimiento oficial) con clara militancia internacional, las CCPD, y las mujeres teólogas que sigilosamente han ido suministrando subversivamente elementos de reflexión para la acción política transformadora de las iglesias etc.
El campo político /religioso-espiritual yo lo he vivido escindido de facto, es decir el predominio religioso por un lado con una marcada mirada de análisis sociopolítico de corte marxista junto a un mandato de abstenerse de la participación “en el poder”, ya sea cargo político o gubernamental por ser estos elementos de “innegable corrupción del ser” y de tentaciones deshonestas a cuya vigilancia nos debíamos. Hoy pienso que fue una marcada esquizofrenia muy difícil de situar para mucha gente, y, en mi desarrollo espiritual, esta construcción “por constreñida, pacata, etc.” me costaba a la hora de tomar posiciones militantes en todo lo que me tocó vivir (liderar conflictos laborales-profesionales) y aún hoy me sigue afectando.
En mi experiencia, el concepto de espiritualidad simplemente no existía más que como enunciado, dentro de los contextos o mejor dicho de los textos, y no se veía ni se trataba en general a excepción de la mística etc. de ahí que descubrir también la espiritualidad laica, sea un nuevo punto de partida.
En mi experiencia de sufrimiento ante la ignorancia y el desprecio por visibilizar la diferenciación de roles de géneros, absolutamente imprescindible para enfocar y afrontar la vida desde los grupos eclesiales como MCC, JOC, MOA, Sindicatos etc… Fue en cambio en el ámbito de Mujeres y Teología de España, donde justo ocurría lo contrario y era la espiritualidad como punto de partida de un anhelo, procedente de una esclavitud histórica de sufrimiento y dolor de las mujeres, que sólo tenía por dimensión política un horizonte ético-político-religioso, sin más pretensión que retomar la genealogía de las mujeres (cristianas en nuestro caso) que daban luz a nuestro caminar y nos abrían las puertas de una reflexión espiritual mucho más allá de lo conocido, conectando nuestra experiencia humana con el saber y con el ser, toda ella desde un lugar que nada o muy poco tenía que ver con la heterodesignación, el esencialismo y sus (nada neutras) malvadas, interesadas y cuando no muy ignorantes fundamentaciones bíblicas patriarcales, misógenas, sexistas y machistas.
Por fin, desde la reflexión teológica feminista tuve, como MUJER que soy, REFERENCIAS, y en consecuencia conciencia y dignidad de plenitud social y eclesial, de deberes, pero también de derechos. Una nueva hermenéutica, me abría los brazos al mundo con certezas y alegrías bien fundamentadas y como Miriam camino del éxodo, bailé y canté tocando la pandereta tras muchas lágrimas derramadas durante muchos años.
Hoy, ante la crisis política y la crisis de religiones, la búsqueda de espiritualidades es más una necesidad de encontrar sentido en la vida, frente al riesgo de negarse a sí mism@, de enfermar o de idiotizarse, que también es una opción, aunque menos digna claro, y siempre queda el estoicismo de vivir en soledad, algo para lo que no hemos nacido.
Hoy al menos para mí la política tiene rostro de mujeres más o menos amigas, más o menos compañeras (igual que en tiempos lo tuvo para los hombres militantes con los que crecí), con sus aciertos y errores, con sus egos y sus ignorancias, a veces demasiadas creo, improvisando y así nos va. La ausencia de militantes, de historia y de formación para la Igualdad es hoy una realidad que se constata como los agujeros negros por los que se pierden las estructuras de gobierno.
Ellas van haciendo camino a base de errores que pagamos tod@s... Ahí me sitúo como mujer que trata de llevar un signo de Espiritualidad en medio de tanta competitividad, pero no tengo “burladero” en esta plaza de toros, y no es fácil estar siempre a cuerpo descubierto, porque se pasa mucho frio, o mucho calor.
Si entendemos por "espíritu" el principio vital y constitutivo de todo lo que es, habremos de concluir que "Espiritualidad" es la capacidad de "ver" esa dimensión profunda y última de lo real y vivir políticamente en coherencia con ello. Vivencia que sobrepasa lo personal (nuestro ego), dimensión transpersonal desde la que damos respuestas ante la realidad en la que nos movemos somos y existimos.
Por lo tanto, la lectura o el análisis de la respuesta histórica de las mujeres a la realidad está marcada por una fuerte dimensión política en su espiritualidad.
Esta Espiritualidad-Política de dimensión integradora, no dualista, no fragmentadora de la realidad que tanto necesita el mundo, es ancestral en nosotras las mujeres y sabemos mucho más de lo que nos está permitido reconocer y reconocernos. Pero no nos equivoquemos, no se trata de agregar a las mujeres al conocimiento existente, sino de “romper con esa forma de conocimiento” con ese paradigma.
Desde diferentes ámbitos del saber –desde la física cuántica hasta la psicología transpersonal, desde la mística hasta recientes estudios en el campo de las neurociencias, lo que se nos muestra es que nada se halla separado de nada, siendo solo la mente la que nos hace creer en una realidad fraccionada y separada en partes, tal como ella misma la ve. Olas diferentes en un mismo mar.
La espiritualidad es la fuente de todo, es principio vital, dinamismo de vida, el núcleo más hondo, la identidad última de todo lo que es, la Mismidad de lo Real. Pero no como una "entidad" separada, sino como "constituyente" de todas las formas, en un abrazo no-dual. En razón de esa misma no-dualidad, podemos ver, palpar y saborear al Espíritu en todas las formas de la realidad: todas lo expresan y en todas se manifiesta, sin negarlas ni anular las diferencias.
Por todo ello: La igualdad es de todas las pretensiones humanas la más ética, espiritual, religiosa, teológica, creyente y cristiana.
Las políticas de igualdad se defienden hoy como única alternativa transformadora de la realidad mundial.
Ante la observación de los cambios y desconciertos que se van produciendo en los objetivos políticos actuales, es necesario no perder de vista que la fortaleza histórica de la dimensión política de la espiritualidad de las mujeres ha sido y es: que el objetivo ha sido siempre poner en el centro el cuidado de la vida (ahora ya está de moda, pero ojo con las malas imitaciones).
 
Esta conciencia espiritual de la interrelación de todo, de la no-separación, de la no-dualidad radical, es una nueva conciencia, que va conformando una nueva cultura, afecta también a todas las dimensiones de nuestra experiencia: a la economía, a la ecología, a la política, a las relaciones, a la religión…

En el modelo integrador, desde el que las mujeres históricamente hemos hecho posible la existencia humana, es un modelo en el que el trabajo no es sinónimo de empleo, sino lista de tareas, lista que no pueden ser sustituidas por el mercado con su modelo economicista que ahí no puede triunfar en modo alguno. Si las fragmentamos algunas tareas podrían incluso ser sustituidas en el mercado, pero nunca en su totalidad.

Si lo Personal es Político, también es inexorablemente Espiritual, depende por lo tanto de la subjetividad y espiritualidad de cada una, por lo que son tareas que nunca podrán ser realizadas por otra persona. Ese es nuestro modelo, es un modelo de hondura y no de superficie, por tanto, no es exportable en su totalidad porque parte del respetuoso protagonismo de la experiencia y la realidad geocósmica de cada ser.

Esta nueva visión que nace del reconocimiento de otro modo de conocer, del que nosotras tenemos tanta sabiduría transmitida y experimentada, se trata de una aproximación respetuosa a "lo que es" en la que, silenciada la mente, acogemos la realidad (el Misterio) que se nos muestra, nos reconocemos en ella (agua y no sólo ola) y actuamos en consecuencia.

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