El Gigante de un solo ojo.
El hombre blanco, dijo Laurens Van Der Post, en su libro”The Dark
Eye in África”, llegó a África (y Asia y América, para el caso) como un gigante de un solo ojo, llevando
consigo la ceguera y la escisión que le caracterizan, que son, al mismo tiempo,
su fuerza, su tormento y su ruina. Con su mente aislada y escrutadora, el
hombre occidental dominaba los conceptos y las abstracciones.
Era
el rey de la cantidad y el conductor de aquellas fuerzas sobre las cuales el
conocimiento cuantitativo le confería una supremacía carente de comprensión. Y
al gobernar la materia sin comprenderla, contemplaba su yo corporal como un
objeto comprensible. El gigante de un solo ojo poseía una ciencia carente de sabiduría, e irrumpió en unas civilizaciones antiguas que (como el
Occidente medieval) tenía sabiduría sin ciencia. Una sabiduría trascendente y
unitaria; una sabiduría que habitaba al mismo tiempo en el cuerpo y el espíritu
y que hija del mito y de la contemplación, más que del experimento científico,
abría la puerta a una vida en la que el individuo no se perdía en el cosmos y
en la sociedad, sino que se encontraba en ellos.
Cierto
es que ni las antiguas sabidurías ni las ciencias modernas son algo completo en
sí mismo. No se sostienen por si solas, la una llama a la otra. La sabiduría
carente de ciencia no puede captar en toda su extensión, el significado del
cosmos. La ciencia sin sabiduría
mantiene al hombre esclavizado en un mundo de objetos inconexos, en el que le
resulta imposible descubrir un orden y un sentido+. La vocación del hombre
moderno fue propiciar su unión. Pero el matrimonio encalló en las rocas del dualismo del hombre blanco y
de la inercia de la incomprensión de las sociedades primitivas.
Está claro que si la unión de ciencia y
sabiduría no ha llegado no es porque Oriente no haya escuchado a Occidente. Occidente no ha sido capaz de escuchas a
Oriente, ni a África ni a la América primitiva. De resultas de ello las
antiguas sabidurías se han sumido en el descrédito y ni siquiera Asia se
escucha ya, a sí misma. La escisión, el dualismo de la mente europea se ha
universalizado.
A
mediados del siglo XX algunos autores (Whyte, Coomaraswamy) afirmaban que Oriente y Occidente están en una encrucijada,
únicamente porque Occidente esta
“determinado” a seguir avanzando hacia
nadie sabe dónde, y a este viaje errático lo llama “progreso”- Hoy día no sólo es Occidente quien está
“determinado” en su viaje sin rumbo; todos, hasta los recientes naciones
africanas, están embarcadas en la misma
posición.
Y
se trata siempre de lo mismo es una crisis de “cordura”- Los problemas de las
naciones son los problemas de las personas y todos estamos mentalmente
perturbados. Y esta falta de cordura se extiende en Oriente y Occidente. Hoy esta falta de cordura atañe a toda
la humanidad.
Naturalmente
se han producido intentos aislados
de conciliar Oriente y Occidente y aquí
nos detenemos en la figura de Gandhi. El
descubrió Oriente a través de Occidente.
Como otros muchos indios, Gandhi en su juventud, recibió una educación
totalmente occidental, renunciando en gran medida a su tradición, creencias y
hábitos. Hablaba, pensaba y actuaba como un perfecto inglés sin serlo. Era un
asiático alienado, confundido por la superioridad de Occidente.
Pero
pasado un tiempo de deslumbre por lo occidental, Gandhi redescubrió la India,
volvió su mirada y su corazón a la India
y vio lo que había allí en realidad: su propia tradición y su propia religión
hindú y el sufrimiento de su pueblo. Y
se descubrió a sí mismo y descubrió que algo bueno había en Occidente y
algo bueno había en Oriente. Fue un hombre “universal”. Un hinduista que
también tomo del cristianismo lo que le pareció relevante
Una
de las grandes lecciones de la vida de
Gandhi es que a través de las tradiciones espirituales de Occidente y su
fidelidad a su propia herencia hinduista ,
mostro que existen valores esenciales e indiscutibles (religiosos, éticos,
espirituales, filosóficos) que el hombre ha necesitado en todas partes; valores
sin los cuales no puede vivir; valores que ahora en nuestra época le resultan
hasta tal punto ajenos que no sabe afrontar la vida de manera plenamente humana, corriendo el
riesgo de destruirse totalmente.
Hay
una “ley natural” una “espiritualidad natural” que es
universal y que siempre ha acompañado a la humanidad y que acompaño a Gandhi.
Para
redescubrir la India Gandhi no se fue a las bibliotecas ni a los textos
hindúes, viajo por su país y se identifico con su pueblo sufriente. No se identifico con las clases superiores de
India occidentalizadas, ni con la casta brahmánica, se identifico con las masas hambrientas y los “intocables”.
Gandhi
se dio cuenta de que el pueblo de la
India despertaba en él. Las masas que habían permanecido en el más absoluto
de los silencios durante miles de años habían encontrado en él su voz. No era
solo una cuestión de yoga o de
disciplinas espirituales para su propia perfección, no fue la espiritualidad
india lo que le conmovió, fue la propia India.
Y ese despertar indio era “universal” era el despertar de un nuevo
mundo. Era diferente a los despertares
totalitarios y nacionalistas tanto de Occidente como de Oriente. No era un
despertar de odio, intolerancia, acusación o división. Su despertar era un puente tendido a la paz,
el amor y la unidad. Gandhi creyó que este espíritu tenía fuerza
suficiente para curar la división sin
violencia.
Tal
como Gandhi entendía la no-violencia no
era simplemente una táctica política, útil para liberar a su país de la
dominación británica. Por el contrario,
el espíritu de la no-violencia
surgió de una realización interna de unidad espiritual en sí mismo. El concepto gandhiano de acción no violenta
es incomprensible si se piensa como un medio para lograr la unidad y no como el fruto de la unidad interna (de la
persona) ya lograda.
Esto no ocurrió en muchos de sus seguidores que no habían alcanzado la unidad
interna que él había alcanzado y entendieron la no-violencia como un medio, una
técnica útil para conseguir un fin práctico, esto es un fraude de la no-violencia,
fruto de la libertad interior.
Para
Gandhi, lo más importante de todo era la unidad interior, que es lo que nos da
libertad personal y que por consiguiente
la libertad de la India era una consecuencia de esta unidad y libertad interior
de cada indio.
Observemos este pensamiento de crucial importancia, que
la vida espiritual interna no es un asunto
privado (al contrario de lo que se viene diciendo en Occidente,
y de aplicación también a nuestro grupo de findes)??? La vida espiritual de una
persona que profundiza calladamente en su propio ser, entra en comprensión y en
comunión con el espíritu de su semejantes de su pueblo y en esa medida debe
comprometerse en la lucha de su pueblo, en busca de la justicia y de la verdad,
junto con sus hermanos.
Por
eso la vida de Gandhi era eminentemente
activa y no contemplativa, pero supo mantener la contemplación suficiente para
mantenerse la verdad y la libertad en
todas sus acciones
La
libertad de la India para Gandhi era un deber espiritual para la India y para
toda la humanidad. Puesto que para él la liberación de su país de la
tiranía, la miseria y la violencia era un paso para que toda la humanidad se
liberase. Es una de sus frases “cuando
la práctica de la no-violencia (ahimsa) sea universal. Dios reinara en
la Tierra como lo hace en el cielo.
Para
Gandhi la
no-violencia pertenecía a la naturaleza misma de la vida política (no era marginal o fanatismo
religioso) una sociedad cuyas políticas son con frecuencia violentas
inarticuladas e irracionales es una sociedad infrahumana, esto lo aprendió
Gandhi pronto en Sudáfrica. Para Gandhi, la no-violencia en nombre de los
miserables y de la libertad, era dar testimonio de la principal verdad del
hinduismo: “La creencia en que TODA la
vida (no solo de los seres humanos, sino de todos los seres “sintientes”
que diría mi peculiar amiga Karin) es
una; es decir, toda la vida procede de la única fuente universal, bien sea Ala, Dios… o energía.
Para
Gandhi, una sociedad que su desarrollo se fundamenta en la codicia
organizada, opresión y terrorismo
sistemático el primer principio de la acción política válido, es el principio
de la no cooperación con su desorden, con su
injusticia y con sus mentiras. No
podemos cooperar en todas las organizaciones o sociedades basadas en la fuerza,
los estados modernos que subsisten por la fuerza, no puede subsistir de manera
no-violenta. (Nuestra sociedad está
acostumbrada ya, a policías y guardias de seguridad en los centros
sanitarios, administrativos… y llegara el día que en las escuelas tengamos
guardias)- Nuestra sociedad es violenta.
Nuestro estado es violento.
Así
según Gandhi la satyagraha (fuerza del alma) no puede aceptar seriamente las
demandas planteadas por una sociedad básicamente violenta que espera preservar el orden y la
paz mediante la amenaza de la destrucción masiva y el odio total. La persona no
violenta no puede ignorar la falsedad intrínseca de estos argumentos, tiene el deber humano y espiritual de
enfrentarse a ellos, y desenmascarar esta mentira con todas sus fuerzas. Lo
primero es aflorar y desmenuzar esta realidad violenta que tenemos y
desenmascararla, este es nuestro primer paso. Y hacer que aparezca como lo
que realmente es, pero intentemos que
sean como lo hacía Gandhi, actuaciones simbólicas, educativas y
espirituales.
Tenía
una clarividente aceptación de la necesidad de emplear la fuerza y la presencia
del mal a modo de punto de apoyo para el bien y la liberación. Todas las formas
de necesidad (comida o libertad) pueden contribuir a la libertad de los
hombres, si nos ponemos a ello; si no, caemos en la esclavitud y la alienación.
El
bien o el mal no se aseguran definitivamente mediante actos heroicos o
nefastos. Y precisamente la no-violencia da cuenta de esta dinámica, de este
estado no definido de todas las relaciones entre los humanos. El tejido social
no está terminado. Está “en el telar”
y las relaciones están sometidas a
cambios constantes. Y la única liberación real es liberal simultáneamente a
opresores y oprimidos. La única forma mediante la que se puede “vencer”
verdaderamente al enemigo es ayudarle a convertirse en una cosa distinta. Es
este tipo de sabiduría que encontramos en Gandhi.
Los
actos simbólicos que llevo a cabo Gandhi (ayuno, sal…) tenían como objetivo
tres tipos de liberación.
-Primera liberar la sabiduría religiosa india
que estaba esclerosada por un sistema que la hacía falsear su propia esencia.
-Segunda, quería liberar a los intocables, no
solo de la opresión política y económica
sino también de su odio a sí mismos.
Y
finalmente liberar a los opresores de su
ciega dependencia de un sistema que mantenía ese estado de cosas y que
consecuentemente esclavizaba la dignidad
humana de todos, opresora y oprimida.
Esperanza. Septiembre 2017
(Relacionado con
política por la persona Gandhi y por la actitud a mantener de noviolencia.)
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