Nota de redacción: Pretendemos desmontar algunas credulidades de los que nos sentimos seguidores del cristianismo.
El texto que ofrecemos, fundado en el escrito “Doce Tesis para una Nueva
Reforma” de John S.
Spong es un texto peculiar por tres razones. Lo es por lo que tiene de novedoso
dentro del discurso religioso habitual; lo es –y mucho más– por ser de un
obispo anglicano de una iglesia cristiana; y también por ser de un tono
distinto dentro del conjunto al que pertenece. Estas tres razones creemos que
justifican sobradamente una presentación. Antes de nada, estas son las tesis:
1. El teísmo, como forma de definir a Dios, ha muerto:
ya no se puede pensar a Dios, con credibilidad, como un ser, sobrenatural por
su poder, que habita en el cielo y está listo para intervenir periódicamente en
la historia humana e imponer su voluntad.
2. Dado que Dios no puede pensarse ya en términos
teísticos, no tiene sentido intentar entender a Jesús como la encarnación de
una deidad teísta.
3. La historia bíblica de una creación perfecta y
acabada, y la caída posterior de los seres humanos en el pecado, es mitología
pre-darwiniana y un sin sentido post-darwiniano.
4. La concepción y el nacimiento virginales,
entendidos literal y biológicamente, convierten a la divinidad de Cristo, tal
como tradicionalmente se entiende, en imposible.
5. Los relatos de milagros del Nuevo Testamento no
pueden interpretarse, en un mundo posterior a Newton, como sucesos
sobrenaturales realizados por una divinidad encarnada.
6. La interpretación de la Cruz como un sacrificio
ofrecido a Dios por los pecados del mundo es una idea bárbara basada en
conceptos primitivos sobre Dios que deben abandonarse.
7. La resurrección es una acción de Dios: Dios exaltó
a Jesús a la significación de Dios. Por consiguiente, no es una resucitación
física ocurrida dentro de la historia humana.
8. El relato de la Ascensión supone un universo
concebido en tres niveles y por eso no puede mantenerse.
9. No hay una norma externa, objetiva y revelada,
plasmada en una escritura o sobre tablas de piedra, cuya misión sea regir en
todo tiempo nuestra conducta ética.
10. La plegaria no puede ser una petición dirigida a
una deidad teísta para que actúe en la historia humana de una forma
determinada.
11. La esperanza de una vida después de la muerte debe
separarse, de una vez por todas, de una mentalidad de premio o castigo,
controladora de la conducta.
12. Todos los seres humanos llevan en sí la imagen de
Dios y deben ser respetados por lo que cada uno es. Por consiguiente, ninguna
caracterización externa, basada en la raza, la etnia, el sexo, o la orientación
sexual, puede usarse como base para ningún rechazo o discriminación.
Nota del autor: Estas tesis, que planteo para el
debate, están inevitablemente formuladas de forma negativa. Es algo deliberado.
Antes de que alguien pueda escuchar lo que es el cristianismo debe crear un
espacio para esta escucha borrando las falsas concepciones del mismo. Mi libro
Por qué el cristianismo debe cambiar o morir es un manifiesto que llama a la
Iglesia a una Nueva Reforma. En él empecé a diseñar una visión de Dios que va
más allá del teísmo, una comprensión de Cristo como presencia de Dios, y una
visión de la forma que, en el futuro, pueden tener tanto la Iglesia como su liturgia…
]. Spong nos devuelve una historia en el caso de la Resurrección de Jesús
Son muchos los exegetas, de distintas tendencias y
confesiones, que, desde hace decenios, coinciden en que los relatos de las
apariciones no nos ofrecen una descripción de hechos sucedidos tal y como se
narran. Lo verdaderamente importante de dichos relatos es la experiencia que
vivieron los testigos. Esta experiencia fue evolucionando en su expresión,
oralmente primero y por escrito después, hasta llegar a las narraciones de que
disponemos. Como creyentes, no nos interesan tanto los detalles narrativos
cuanto la experiencia original de los testigos; una experiencia que de fondo
supone la afirmación de la realidad de Resurrección de Jesús en tanto que
“exaltación a la derecha de Dios”.
¿Pero qué ocurrió realmente? Una reconstrucción
especulativa de John Shelby SPONG
Hemos analizado los propios textos bíblicos, y han
demostrado ser poco fiables si lo que buscamos son hechos objetivos y detalles
consistentes. Los relatos evangélicos de la Resurrección presentan pocas
coincidencias si atendemos a los hechos tal como éstos se exponen literalmente.
Con todo, en medio de esta confusión de pormenores, queda claro un testimonio
poderoso acerca de una determinada realidad que fue proclamada con especial
intensidad: «La muerte no puede retenerle. Hemos visto al Señor».
Por eso procuramos penetrar en el significado de las
palabras que aquellos primeros cristianos utilizaron y captar así la esencia de
la experiencia que habían vivido, así como el significado que habían encontrado
en Jesús. Hemos visto cómo interpretaron a Jesús –y a lo sucedido con él–
sirviéndose de imágenes y títulos familiares en el judaísmo como los de
profeta-mártir, héroe salvífico, víctima de un sacrificio expiatorio, siervo
sufriente e hijo del hombre. Pero esto no nos dice todavía por qué tales
palabras e imágenes les parecieron apropiadas. Por eso tenemos que seguir
preguntándonos: ¿Qué ocurrió para que estas palabras e imágenes se aplicasen a
Jesús?
Estos elementos de la tradición fueron, pura y
simplemente, mitos y leyendas surgidos más tarde, en un contexto, entre gente
que era incapaz de contar de otro modo el significado trascendente que había
captado y que resucitó el núcleo mismo de sus vidas
Llegados a este punto, quiero intentar re-crear aquí
el momento, entrar en la experiencia y buscar la realidad que irrumpió en el
mundo y cambió la faz de la historia de los hombres. ¿Qué ocurrió, pues, de
hecho?
Mi convicción definitiva
Para empezar, permítaseme una afirmación obvia:
¡Después de todo, no se puede más que especular! En definitiva, en esta
investigación se llega a un punto en el que uno tiene que decir sí o no a
Jesús, y sí o no al significado de su vida. La línea ya está trazada y sólo
hemos de decidir si queremos traspasarla por la fe o si rehusamos dar el paso y
nos apartamos de esta tradición. La especulación acerca de lo que ocurrió no
puede sustituir al convencimiento de que ocurrió algo real.
Si la Resurrección de Jesús no puede ser creída más
que asintiendo dócilmente a las descripciones fantásticas que se incluyen en
los Evangelios, el cristianismo está condenado. Porque, dado que esta visión de
la Resurrección no es creíble y dado que todo consiste en ella, entonces, el
cristianismo, que depende de la verdad y autenticidad de la Resurrección de
Jesús, tampoco resulta creíble.
Hay muchos investigadores de los textos evangélicos, todos
ellos son especialistas de gran honradez personal. Ninguno de ellos considera
literales los relatos de la Resurrección, pero no por eso abandonan la
adoración de Jesús como su Señor. Yo tampoco la abandono. Podemos rechazar los
relatos literales acerca de la Resurrección y no rechazar, sin embargo, la
verdad y el poder de la Resurrección en sí. Es la distinción que se impone
hacer. No tendríamos las leyendas de no haber existido un momento que fue tan
indescriptible que fueron necesarias todas estas leyendas para explicarlo. Ni
tampoco tendríamos una tradición sobre la Resurrección de no haber habido una
experiencia tan real de ella que las palabras terrenas no pudieron contenerla.
La Resurrección nos señala una dimensión que se hizo tan visible que,
originariamente, la única respuesta apropiada fue el silencio extático.
Pero indicar que la Resurrección no fue una realidad
que puede contenerse en el tiempo y en el espacio no significa que no sea real
como lo fue el “big bang” que inauguró el tiempo y el espacio; significa,
simplemente, que yo no asocio ni la realidad del universo ni la realidad de la
Resurrección a las categorías de espacio y de tiempo. Pero, ya basta con esto.
¿Qué ocurrió para que el movimiento cristiano estallase en el tiempo y durase
durante estos dos mil años de historia? ¿Cuál es mi mejor conjetura, mi mejor
especulación culta al respecto?.
Nota de redacción: Todo está pendiente de tu opción, todo menos una
salida simple.
(Tomado de blog “evangelizadoras de las apóstoles”/
marzo 2013)
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