martes, 8 de mayo de 2018

El individualismo y consumismo en la sociedad actual/ Texto 3

 
No cabe duda de que vivimos en la era de la diferencia. Buscamos y necesitamos sentirnos
especiales, únicos y sobresalir respecto al resto de la población. Es la nueva forma de
integración social: no hay nada más normal hoy día que el querer ser diferente. Este
empeño por desmarcarse de la llamada ‘masa’ no es algo que haya ocurrido siempre en la
historia de la humanidad, sino más bien se trata de un fenómeno de reciente aparición.

Estamos asistiendo en último término a un proceso sociohistórico que aparece en el
renacimiento y que se vuelve visible en la ciudad europea y americana del XIX, un proceso
que en la actualidad ya se encuentra exagerado e incluso hipertrofiado. Hablamos de la
aparición de lo íntimo y lo privado, del individualismo autosuficiente. De esa ideología que
nos hace pensar que podemos ser independientes de la sociedad en la que vivimos, que
podemos y que incluso nos hace desear ir a contracorriente.
Hablamos así de un tipo de persona nueva: “la persona individual” que está vinculada
directamente al hecho de que por primera vez en la historia los individuos disfrutan de
objetos propios, espacios propios y comportamientos realizados en soledad. Diríamos que
este nacimiento de la persona individual provoca un ensimismamiento hacia uno mismo y un
extrañamiento hacia lo ajeno, basando nuestra identidad más en lo que nos diferencia de los
demás que en lo que nos une.
La idea fundamental es que el mundo privado y el ‘Yo íntimo’ no son características
inherentes a la condición humana, y cuando aparece no lo hace porque sí, sino que es
resultado de cambios concretos y materiales en las conductas cotidianas de la gente en la
ciudad moderna, y en el funcionamiento de esta. Así, vemos cómo a lo largo de los últimos
años y siglos el comportamiento cotidiano ha ido individualizándose progresivamente hasta
el día de hoy, llegando al punto donde surge la extrañeza o la evitación ante el contacto
social y con ella algunos de los trastornos psicológicos más frecuentes hoy día (trastornos
del estado de ánimo, ansiedad social ,etc…).
Una de las causas de este individualismo de relativa reciente creación es la manera en que
la sociedad se organiza. A diferencia de otros periodos sociales, este se caracteriza por un
tipo de sociedad donde las vidas de los individuos no están tan prefijadas como antes. En el
pasado se podría predecir con cierta precisión cual iba a ser el curso de la vida de un
individuo. Sin embargo en la actualidad poco o nada podemos decir acerca del futuro de una
persona que nace en una ciudad media. La sociedad abierta de hoy día tiene como
estructura económica e ideológica el capitalismo, un régimen donde la identidad del
individuo no viene definida por su cuna (pese a la clara influencia que ello tiene en el
desarrollo posterior) si no por su rol laboral.
El papel de la publicidad en la construcción del ‘Yo’
Otra de las causas que potencian este individualismo cada vez más creciente la
encontramos en la publicidad y en el consumismo, en el sentido en que los llamados bienes
de consumo dejan de ser objetos para empezar a formar parte de la identidad del individuo.
Somos el reloj que tenemos, somos la marca de ropa que vestimos, somos la botella de vino
que compramos y somos el coche que conducimos. De esta manera, nos personalizamos y
nos diferenciamos en base a los productos que consumimos
El individualismo y consumismo en la sociedad actual
La publicidad pretende convencer de que la identidad de la persona está en el propio
producto. Ya no nos resulta extraño que incluso un desodorante nos sea vendido como el
objeto milagroso bajo el cual podremos llegar a la cima del éxito sexual. Pensémoslo
fríamente. Un bote de plástico lleno de gas y sustancias químicas. De hecho, la inmensa
mayoría de productos de consumo tienen asociada una imagen de triunfo social, nos quieren
hacer llegar el mensaje de que adquirir este o aquel coche nos hará acceder a determinado
escalafón de la sociedad. Y a la vista del funcionamiento social actual, parece que lo
consiguen. Que desayunando Cola-Cao llegaremos a ser deportistas, que bebiendo
Coca-Cola seremos felices, que conduciendo un Renault seremos un ejecutivo con mucho
dinero y un traje espectacular y que con unos Nike seremos los más populares del instituto.
Por supuesto, toda la imagen de triunfo social tiene que ver, o es acorde, con unos valores
que retroalimentan continuamente este individualismo del que hablamos. Llegamos al punto
donde el tener un mejor coche y un reloj más caro ya es un valor en sí mismo, es decir, ya
son criterios por los que juzgamos la valía de una persona hoy en día.
Cumple tus sueños y desarróllate personalmente
Otra de las principales características del ser humano individualista de hoy en día es que
cree que el objeto de la vida es el desarrollo personal, el cultivo de la personalidad o la
autorrealización. El individuo actual busca potenciar todo lo que le diferencia de los demás
hasta el punto de que las demás personas son vistas como instrumentos para ese
“despliegue” de uno mismo. Cuesta, por ello, encontrar algunas relaciones sociales que no
tengan un interés laboral, económico o de status detrás, si acaso se salvan nuestros
familiares y amigos más cercanos. En la sociedad burguesa actual es fundamental alcanzar
reconocimiento social y consideración, y sobre todo mostrarlo en los espacios creados para
ello: las redes sociales.
Esto supone una ruptura con lo que antaño se conocía como “cumplir tus sueños”.
Clásicamente los sueños eran proyectos u objetivos, resultado de una negociación con la
realidad, el individuo sometido al mundo gracias a una buena comunicación, y
especialmente sometido -y preocupado- por los otros. Se establecían propósitos realistas y
comunitarios. En la actualidad “cumplir los sueños” no es más que dejar que una
subjetividad desbocada y que no se ha recortado respecto al molde de la realidad se
manifieste, se desborde a la espera de que el mundo se ajuste a él.
En ese sentido no somos más que caprichosos niños grandes protestando e intentando que
la realidad sea tal y como queremos que sea, aunque sea violando derechos humanos y
jugando con la integridad y bienestar de seres humanos si se tercia la ocasión. La
preocupación por el otro ha dado paso en la era del individualismo al miedo por el otro. Nos
preocupa nuestro propio bienestar, luchamos por nuestro futuro de forma individual y
tendemos de forma casi automática a pensar que el otro tiene intereses y proyectos que irán
en nuestra contra. Siendo la naturaleza de las personas como es -social-, cabe dudar de
hasta qué punto el ser humano será capaz de soportar un clima de competitividad extrema
entre sus iguales. De momento, las tasas de trastornos mentales nos están poniendo en
alerta sobre unas consecuencias que ya empiezan a ser visibles.
Alejandro Bascoy

No hay comentarios:

Publicar un comentario