( En esta página podemos ver las respuestas de: Mercedes, Victoria, Mariló, Mª Luisa, Alvaro, )
CONTINÜA ..............................................
Mercedes
Decía que mi experiencia es similar a David Molineaux, aunque se diferencia en algo importante, y es que yo si incorporo la perspectiva de género como diferencia cualitativa.
Es decir, a pesar del patriarcalismo en el que está envuelta la figura de Dios, yo no sólo puedo prescindir sin drama alguno y sin ruptura, de la experiencia teísta, sino que puedo entrar y salir de la misma.
Sin pretenderlo, he llegado al más absoluto desinterés de toda formulación y liturgia teísta como norma o referencia de vida,
no por desprecio, sino por deconstrucción de la misma, porque al estar tan patriarcalizada, no es difícil desprenderse con el agravante además, del dolor de la desigualdad, presente y existente aún en toda ella.
La excepción de prescindir solo la vivo desde el respeto, o el discernimiento crítico de los valores de las experiencias humanas que pudieran ser referentes en la actualidad.
De ahí que hace mucho tiempo ya, que para mí el concepto de Dios no es teista cuando soy Consciente y cada vez lo soy más, sino la percepción de realidad última, de misterio que busco incesantemente en todo acontecer en mi vida, ya sea la interacción humana o de otros seres. Me interroga todo lo que hay y acontece a mi alrededor con significado propio por incomprendido que sea para mí. No dudo en utilizar la palabra Dios, o el Misterio, o la realidad última que no alcanzo a comprender o a ver con claridad, en una danza de mi existencia vivida con la modestia de quien se percibe muy limitada para comprenderla.
Me gustaría explicarme con más sencillez en esta reflexión, y creo que mejor con algunos ejemplos concretos puedo hacerlo:
¿Cómo ayudar a las víctimas de violencia especialmente a las mujeres, que a su vez reproducen modelos continuadores de la misma, presas en una cultura de sumisión que les impide detectar los malos tratos en sus vidas e incluso el asesinato cuando le plantan cara?
¿Cómo ayudar a quienes han caído en las dependencias de drogas, del poder, o del dinero?
¿Cómo ser pan para quienes sólo se sienten vivir a través del hambre?
Dios para mí está en ese combate diario, de miseria humana, de pobreza, de ignorancia…de poder. Y yo lo descubro en las vulnerabilidades de los demás, en las mías propias, en sus dolores, en los míos, en mi incapacidad de respuesta adecuada, en mi cansancio…. Pero también en la sonrisa agradecida en la luz de una mirada que transmite mucho más de lo que puede expresar, en sorpresas inesperadas de cambios profundos, que corro a celebrar en acción de gracias. En la esperanza que contra toda razón de cansancio brota inexplicablemente cada día levantando el alma y espoleando mi caminar.
Dios es la experiencia de sentirme amada, sostenida, abrazada, por alguien que espera de mí y a través de mí la acción diaria que puede ayudar a construir felicidad, paz y vida amorosa, trastocando todo cuanto pueda modificar el dolor y el sufrimiento.
Por eso es Dios, Misterio, energía…no me importa su nombre, sólo sé que formo parte de esa realidad inabarcable que una vez descubierta no es posible vivir fuera de ella, como no me es posible vivir fuera de mi misma. Su razón de ser es la evolución en la vida, lo contrario es negarla y para eso sólo hay que mirar hacia atrás, solo hay que mirar quienes no evolucionan y siguen en guerra matando o matándose.
Como dice Ivone:
“Dios como limosna, como ayuda, como pan. Dios pidiendo en mí, suplicante en los/as otros/as. Dios comida, Dios carencia, sin omnipotencia ni ciencia…Dios como trabajo, como casa, como pareja. Dios queriendo mi querer. Yo haciendo querer a Dios lo que yo quiero, como un único y mismo querer…Dios como lluvia, como maíz, como ganado sobreviviente, como curación. Dios en la llanura, en la montaña, en el campo, en el asfalto, en mi cuerpo. Dios suspiro, lleno de deseo, de sueño, de esperanza, Dios respiración, aspiración, expiración, cons-piración…Dios no con un rostro sino con miles. Dios no con una voz, sino con mil voces afinadas, desafinadas, sofocadas, desatinadas, desesperadas, consoladas, tiernas y apasionadas…Dios de mil nombres y Dios innombrable. Dios en todo y más allá de todo… Decir Dios es decir mil caminos, mil apuestas, mil esperanzas, mil gritos y mil silencios”[70]
Las mujeres, desde nuestra experiencia y reflexión teológica estamos acometiendo un proyecto audaz, nuevo, estamos dando forma a una nueva imaginación religiosa, que nos permita decir, dirigirnos y encontrar a “Dios” en formas vitalmente enriquecedoras para nuestras vidas, para la sociedad, la naturaleza y sobre todo para liberar energías hacia la realización de una nueva humanidad y una nueva creación.
21 de abril de 2021
FINDES
Victoria
Dios Presencia-Misterio
Creo que la idea de un dios como ser superior y dominador/cuidador del universo, hace tiempo que dejó de tener sentido para mí… mi experiencia en el mundo indígena me hizo salir de este teísmo de manera natural y consciente y reconocerlo en lo cotidiano: en los rostros, las miradas, la belleza, las relaciones, los rituales indígenas (no precisamente en los ritos religiosos-católicos), aun en la ambigüedad de todo lo anterior.
Pero también, el “silencio” de Dios en mi vida ha dejado huella, llevándome a experiencias de vacío profundas. Nombrarlo, ha tenido movimientos y vaivenes muy diversos en mi experiencia, incluso he llegado a no nombrarlo y negarlo… sin embargo, aun en medio de la incertidumbre o el caos, llegaba a percibir que alguna pequeña “brasa” quedaba del amor primero…
Hoy, después de haber atravesado este caos interno, me atrevo a nombrarlo como Presencia y Misterio. Una presencia, no siempre tan evidente ni tan nítida… cambia de tonalidades, es discreta y me sigue desconcertando, pero sé que ESTÁ.
Sobre todo, sé que no es una presencia aliada con el poder religioso, ni con las teologías ni posturas rígidas y obsoletas dentro o fuera de la iglesia, que nada tiene que ver con la injusticia y mucho con el compromiso social, con nuestra libertad de decidir, con la sororidad, con la justicia y con la compasión.
Victoria López Guzmán
Mariló
Para mi la palabra o palabras claves con las que mejor identifico mi experiencia religiosa es "inteligencia bondadosa"...la he sentido asi en muchos momentos de mi vida en los que ha actuado sutilmente reconduciendo situaciones q hubieran sido muy negativas en mi vida. Yo agradezco profundamente ese sentimiento de pertenencia al Amor y de experimentarlo en mi propio ser haciendome crecer.
Supongo que el dios historico y antrologico..esta un poco atras..pero no deja de ser una interpretacion humana de una determinada energia a la q si podemos adentrarnos y reverenciar como ese fuego y esa luz..que si asi lo deseamos y desde nuestra propia libertad nos puede guiar..iluminar..inspirar.
Un fuerte abrazo a tod@s desde la sierra!!!
María Luisa
REFLEXIONES
Queridas compañeras y compañeros de espiritualidad, Jesús nos plantea el reto de elegir un concepto o palabra que explique y defina lo que es para cada una/uno de nosotros el sentido de la trascendencia. Fiel al compromiso aquí envío mi aportación.
Las palabras sugeridas, Divinidad, Dios, El Misterio, Realidad última, Señor, Cristo, tienen por si mismas significados propios asociados con un sentir religioso que no representan mi experiencia de la espiritualidad. Voy a hablar de espiritualidad ya que me siento más próxima a reflexionar, desde mi vivencia actual, sobre este término que sobre el de trascendencia o sobre cualquiera de los otros citados. Comparto con Vigil su visión de la espiritualidad, como algo universal y personal. Comparto, también, con Martínez Lozano su idea de espiritualidad como camino que va del estado mental al estado presencial, camino este que, intuyo, no deja de ser tortuoso y complejo y al que me acerco como peregrina en este colectivo.
Me siento incapaz de nombrar, de encontrar palabras que definan algo que no sé muy bien que es, nombrarlo sería darle una identidad que desconozco, sería definirlo, encasillarlo, atraparlo, darle forma, cuerpo. Imaginármelo resultaría difícil para mi mente, por no decir imposible, hoy por hoy es inimaginable, resulta un misterio que no puedo convertir en certeza. No encuentro las palabras que den nombre a mi experiencia, a mi sentir, solo puedo nombrar los instrumentos de los que me valgo, el amor, la consciencia, la reflexión, la meditación y el conocimiento, para acercarme a ella o a ello, no sé qué género podría o debería aplicarle, esto tendría que hablarlo con Mercedes y Rosa, ellas están muy versadas en estas cuestiones que nos atañen a todas y a todos, aunque a lo mejor descubrimos que no hay género que pueda aplicarse.
No me gusta el término “lo innombrable”, evoca connotaciones que lo coloca en un nivel que sería inalcanzable. Para mi es algo que está dentro y está fuera, está en las grandes y en las pequeñas acciones, está en el amar y en el respetar, en el aceptar, en la búsqueda de mí misma para no quedarme ensimismada, sería el compartir, el desprenderse, algo así como lo anunciado por Sta. Teresa “vivir sin vivir en mi”, para disfrute y encuentro con la esencia, esa esencia que está en el origen-fin de la vida, la vida como milagro misterioso que nos suscita diversas preguntas ¿Por qué nacemos, por qué vivimos, por qué morimos?, y tantas más. Una esencia que hay que encontrar para poder desplegar la libertad y el amor necesario que nos permita crecer y evolucionar como seres humanos capaces de cuidarnos y de proteger la casa común en la que habitamos.
Por ahora no puedo responder a la pregunta planteada, sería difícil juntar todas esas sensaciones, sentimientos e ideas que en mi se despiertan y que ello quedara recogido y expresado en una sola palabra, tendría que crear una palabra nueva, o como sugiere Álvaro, coger las iniciales de todas Ay formar una especie de trabalenguas impronunciable. No he encontrado la palabra adecuada, quizás haya que crearla, seguiré reflexionando sobre ello.
Sevilla, 4 de abril de 2021
Alvaro
Se nos invita a buscar una palabra común, que nos permita reformular lo divino y lo humano transcendente, según nuestro actual sentir y entender.
”Peregrino del porvenir”, así se definía Teilhard de Chardin. Siempre me ha gustado esa expresión. Me sirve para aplicársela también a eso que llamamos “trascendencia” “divinidad” “misterio”.
”Peregrinos” es decir transeúntes, caminantes, inacabados, que estamos en proceso, que no somos iguales a lo que fuimos y no seremos los mismos en el futuro. Y me siento peregrino junto a ese Jesús de Nazaret, al que me enseñaron a ver como “compañero de viaje” en el caminar de la vida. Yo aprendí a contarle mis deseos y mis angustias, mis miedos y mis ilusiones. Él cambiaba cuando yo cambiaba, siempre me escuchaba, incluso mi diario, eran cartas a Él. Pero sobretodo me enseñó a hablar desde el plural, desde el “nosotros” en comunidad, y no desde el yo individual.
Tuve la inmensa suerte de cruzarme en mi camino con muchos: Llanos, Diez Alegría, Comín, el Nepo, Burgaleta… y tantos otros, con los que formábamos “comunidad de caminantes”, discutiendo acaloradamente cómo había que cambiar el mundo. También caminé junto a otros muchos, que ya no entendían a ese Jesús, como compañero de viaje, sino como una novela del pasado. Esa era la parte más interesante, porque ponía en cuestión mis convicciones y me obligaba a reformularlo todo. Aprendí que el Dios recibido en la infancia tenía siempre el peligro de convertirse en ídolo, en autoridad implacable, y también, que el mismo Jesús se llevó muy mal con la autoridad y al final lo ajusticiaron.
Ahora ya, en las últimas etapas de este peregrinaje, oigo más fuerte ese clamor frente al teísmo tradicional, no solo de teólogos y pensadores (Vigil, Lenaers, Spong), que nos avisan del final de un camino, necesario pero obsoleto, sino de amigos y familiares, que asistiendo a rápidos funerales salen de la iglesia diciendo: “no he entendido nada”. Y reconozco que tiene toda la razón.
Hace unos días leí un comentario de un tal “David Molineaux”, contestando a José María Vigil, sobre la afirmación de que: "no se puede construir un nuevo edificio, mientras el terreno está ocupado por el viejo en ruinas". Os resumo su respuesta que en parte hago mía: “Mi experiencia personal me ha enseñado algo bastante diferente (tal vez el problema sea la metáfora del edificio). Yo, personalmente, seguí aceptando el teísmo tradicional, aunque que iba practicando cada vez menos el catolicismo formal, señal de que me alimentaba cada vez menos. Y descubrí otra fuente de vivencias espirituales, basada en una visión más teilhardiana. Me fui apartando del teísmo sin vivenciar ninguna "gran ruptura". Casi sin darme cuenta fui desarrollando una espiritualidad no-teísta. Ningún drama, ningún edificio derrumbado, ninguna necesidad de ocupar un solar abandonado, ni de construir sobre escombros.”
Y volviendo a Teilhard, él escribe: “Aprender a VER, toda la Vida se basa en esto. La historia de los seres vivos consiste en adquirir unos ojos cada vez más perfectos”, y nos cuenta como, cuando tenía cinco años y su madre le recortaba el pelo, cogió un mechón y lo acercó al fuego. Se quemó en unos segundos: “un dolor terrible me asaltó. Me creía un tesoro incorruptible, eterno y resultó que solo era un poco de hierro oxidado.
Somos seres haciéndonos. Nuestra idea de Dios, lógicamente, no está hecha, también está haciéndose. Y esa provisionalidad no es motivo de angustia sino de alegría en el camino.
En el texto sobre el hinduismo que hemos recibido, se dice que Madhva, una vez estudiados los textos primigenios de las Sagradas Escrituras Hindúes, insistió en que la fuente primera y más segura para conocer “quién es Brahman” eran esas Sagradas Escrituras, pero no como palabras reveladas por Dios a los hombres, sino como “transmisión de experiencias místicas” de unos maestros a sus discípulos. Brahman es la fuente de todas las cosas. Pero la creación, no es ni una transformación, ni una creación desde la nada, sino una actualización de lo que es más verdadero en el corazón de cada criatura, su “ātman”, aquello que en palabras de San Agustín es el “intimior intimo meo” (lo más profundo de mi ser). Como se dice también en el Upaniṡad: “Aquel que está en el ser humano y aquel que está en el sol, son UNO solo. Quién conoce esta realidad de Brahman, queda libre de todo temor”.
También Ignacio de Loyola, recomendaba: “mirar cómo Dios habita en las criaturas, en los elementos dando ser, en las plantas vegetando, en los animales sensando, y en los hombres dando entender…. Los Ejercicios Espirituales, que originalmente debían hacerse de forma individual y particular, eran el modo de buscar la “voluntad de Dios”. No en la obediencia a unas leyes y normas externas escritas, sino nuestra experiencia personal e intransferible, en dialogo interno con la divinidad.
Efectivamente, no es lo mismo leer que experimentar, porque “experiencia”, más que elucubración, es lo que nos acerca al conocimiento real de las cosas. Según Teilhard, las cosas tienen su INTERIOR. Y por tanto, en la controversia entre materialistas y espiritualistas, hay que situarse en un terreno común, porque cada uno está en la mitad del problema. Para el físico y el biólogo solo existe el exterior de las cosas y su funcionamiento. Solo ven moléculas, tejidos, astros… y se ocultan otros matices, que también importan, que están en continua evolución y que constituyen lo que él llama la CARA INTERNA de las cosas.
Teilhard define una “ley de desarrollo”, que es capaz de explicar la evolución, opuesta al mecanicismo darwinista. El universo “no es”. El universo “se va haciendo” en un proceso evolutivo, con diferentes fases, hasta la aparición de lo humano. Y lo humano, cuando surge, aparece impregnado de lo divino.
Francisco J. Rubia, en su libro EL CEREBRO ESPIRITUAL, nos recuerda que a lo largo de la historia siempre se ha dicho que la persona tiene cuerpo y espíritu, entendiendo por espíritu algo inmaterial. Casi todo el pensamiento occidental admite esta dualidad, que para el autor es un lastre, ya que no existe ninguna prueba que nos lleve a pensar en una “existencia”, fuera de nosotros, un mundo espiritual en contraposición al mundo material. Hasta hoy día la espiritualidad y la religiosidad han sido consideradas como aspectos dependientes de la cultura, producto de condicionamientos sociales. Pero esto se está revisando a la luz de la posibilidad de un origen “biológico” de la propia espiritualidad. Es decir, el estudio de la espiritualidad no pertenece actualmente solo al campo de la filosofía o la teología, también se analiza desde la propia biología. Y así parece comprobada su implicación en las estructuras cerebrales, como la amígdala y el hipocampo. En estudios del cerebro en monjes budistas y franciscanos durante la meditación se observó como aumenta la actividad del lóbulo frontal, asociado a la atención concentrada.
A lo largo de la historia la humanidad ha vivido entre dos mundos: el mundo natural y el mundo sobrenatural. Pero esta división a veces no es tan clara. Aunque lo que sí parece evidente, es que el hombre ha buscado siempre relacionarse con ese mundo sobrenatural de dioses, demonios y antepasados fallecidos. Parece ser que hay una tendencia inherente en creer en lo sobrenatural. Podríamos decir que la esencia de la religión es la creencia en seres sobrenaturales y esta creencia surge de la necesidad de explicar los fenómenos fisiológicos de la vida, el sueño, los ensueños y la muerte. Para estos autores (y esto resulta muy original) la importancia de las emociones no es ser solo la fuente y origen de nuestro pensamiento racional, sino también de la irracionalidad de nuestro pensamiento.
Hay aquí una referencia muy oportuna al evangelio apócrifo de Santo Tomas que dice: “Cuando convirtáis lo doble en uno, cuando hagáis lo que está dentro igual que lo que está fuera y lo que está fuera a lo que está dentro y lo que está arriba a lo que está abajo, cuando convirtáis lo masculino y lo femenino en una misma cosa…… entonces entraréis en el Reino de los Cielos”.
En esta “tarde-noche de espera” cuando para algunos se hace verdad que el grano de trigo muere para engendrar vida, me tomo la libertad de seguir creyendo y esperando, con tantos otros, que no se resignan a lo inevitable de nuestra nada. Sabiendo que el compañero Jesús de Nazaret camina a nuestro lado y que algún día, finalmente, llegará el reino desconocido y en él todos hablaremos desde el “nosotros”.
Mi respuesta a la búsqueda de una palabra para formular lo transcendente es: FUTURO-EN-BUSQUEDA. Pero imitando a israelitas que al escribir YAHVE le quitaban las vocales para hacerlo impronunciable, escribiré “FTRNBSQD”, aquel (o aquello) que no podemos conocer, porque todavía estamos aquí.
Un fuerte abrazo para todos.
Madrid 3 de Abril de 2021
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